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70 operaciones en 5 días: un médico albojense en Honduras

El urólogo Miguel Perán ha participado altruistamente en una brigada de ayuda internacional

Miguel Perán (derecha) durante una intervención en Honduras.
Miguel Perán (derecha) durante una intervención en Honduras. La Voz
Guillermo Mirón
21:07 • 23 mar. 2018

Más de setenta intervenciones médicas en tan solo cinco días. Un dato que muestra la implicación y el trabajo que el médico albojense Miguel Perán Teruel (Albox, 1981) ha desarrollado en Honduras del 5 al 10 de marzo como parte de una brigada de ayuda humanitaria internacional formada por profesionales de todo el país.



Especializado en Urología, a Miguel Perán (que actualmente ejerce su profesión en el hospital valenciano Arnau de Vilanova entre otros centros) no le llegó la oportunidad de colaborar prestando atención médica a decenas de personas sin recursos por casualidad. A mediados de febrero, este doctor en Medicina almeriense recibió una invitación para forma parte de un programa denominado ‘Salud con Amor’ de la Fundación Coen y la empresa ‘Ipsen  Pharma’.



“Reconocemos su brillante trayectoria profesional y por ello nos encantaría que pudiera considerar la oportunidad”, le pidieron. No se lo pensó dos veces y el pasado 5 de marzo ya estaba en Honduras. “No hizo falta pensarlo. No era la primera vez porque en 2013 ya había estado en Bolivia con otra organización. Es una labor humanitaria que te da una satisfacción tremenda”, explica el médico albojense.



Ocultar el dolor
Entre las más de setenta intervenciones que han realizado en el hospital de San Lorenzo se encuentran cirugías de próstata, de suelo pélvico en las mujeres, piedras en el riñón... Operaciones que pueden resultar cotidianas en nuestro país pero que en otros rincones del mundo como Honduras no están, ni mucho menos, al alcance de una buena parte de sus habitantes. “Allí no hay ningún medio. No hay láser. Todas las cirugías que se hacen son abiertas. Como aquí hace 40 años”, detalla.



Una experiencia que también le sirve para defender a ultranza la sanidad española al entender que “muchas veces la gente es muy exigente aquí; en ocasiones por tonterías como el retraso de una cita en una semana” mientras que en el país hondureño “la sanidad no es gratuita y la tienen que pagar y esto, en gente que no tiene ni para comer, es un drama”. En este contexto, con una clase media casi inexistente y buena parte de la población viviendo de forma precaria, el doctor Terán Peruel  se ha encontrado con situaciones imposibles de imaginar en España. 





Ha visto a pacientes “que han tenido que vender la casa” para ser operados o que ‘ocultan’ el dolor para que no les receten medicamentos que tienen que pagar. “Si hay que ponerles suero o un norotil tienen que pasar por caja cuando se van” indica. Lo que provoca que personas con dolencias agudas las oculten hasta el mismo momento de la operación, cuando Miguel Perán y sus compañeros ven el alcance del problema y deducen que la inexistencia del dolor es imposible, pese a que el paciente lo niegue. “Lo ves y dices ‘es imposible que este hombre esté sin dolor’ porque la herida duele mucho, pero nos pedía que no se lo pusiéramos”, recuerda.



Experiencias
Otra situación que recuerda es cuando “para ciertas cirugías que se prevé que tengan una pérdida de sangre hay que reservar sangre para que, si pierde durante la operación, se le transfunde en quirófano”. Algo que no ocurre en países como el que ha visitado porque “esa transfusión, si al final no la utiliza, pierden el dinero. Prefieren estar esperando y si lo necesitan, sacar rápido la sangre para utilizarla”.


Más allá del tratamiento médico del que dan buena cuenta esas setenta actuaciones en cinco días, no es fácil encontrar anécdotas. Los profesionales desplazados tienen claro su objetivo y se dedican al mismo en cuerpo y alma. Tanto que las jornadas suelen rondar las doce horas de trabajo diarias. “Empezamos a las siete y media de la mañana, comemos en el hospital y estamos hasta las seis y media o siete de la tarde porque queremos aprovechar el máximo tiempo posible”, subraya el médico almeriense. Una dinámica que no les permite conocer algo del país que visitan salvo a los pacientes que necesitan su intervención.


Una actividad intensa y que también ha consistido en compartir conocimientos con profesionales hondureños pero que, una vez de vuelta a casa, no causa ni mucho menos arrepentimiento en los implicados. “Cuando vuelves es como una simbiosis. Además de aportar nuestro grano de arena regresas con una lección personal importante por todas las situaciones o bien por una simple conversación con un médico, con enfermeros o con pacientes. Uno vuelve y sabe que a veces lo que tenemos aquí no lo valoramos, pero es mucho más de lo que tienen en otros países”. Quizás por eso tenga claro que volverá. “Siempre estoy abierto. Me he despedido de los organizadores diciéndoles que para otra brigada estoy disponible”.


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