“En la cárcel tenemos que mostrar la pedagogía de Dios“

Entrevista a Manuel Navaro González, capellán de la prisión de El Acebuche

Manuel Navaro González, con su bicicleta.
Manuel Navaro González, con su bicicleta. La Voz
Juan Antonio Cortés
19:44 • 07 abr. 2024

“Porque (...) estuve en la cárcel y vinisteis a verme” (Mt. 25, 36-40). La población reclusa en España, a diciembre de 2023 -Consejo General del Poder Judicial-, era de 52.698 personas (4.000 mujeres). La región con más presos es Andalucía (12.551). Con más de 70 años había 580 reclusos. Los extranjeros presos en Andalucía eran 2.417 (106 mujeres).



Los dos sacerdotes de la Pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Almería trabajan en una ciudad del olvido: un lugar de indiferencia, exclusión y soledad -a ojos de la sociedad- en el que casi 900 mujeres y hombres purgan sus penas. Sin embargo, la cárcel no deja de ser una viva y fructífera comunidad de personas, condenadas o en espera de sentencia, que abrigan la esperanza de tocar el sol al otro lado de la valla.



Hay quienes nunca se arrepentirán del mal causado: salen igual o peor que entran. Y hay quienes, con el tiempo lento y el silencio místico, cultivan un corazón preparado para perdonar. Detrás del preso corriente hay una condena por alterar las normas de la sociedad. Pero hay algo más: la necesidad de restauración y una oportunidad para vivir. En la debilidad y vulnerabilidad se encuentra, a veces, lo más humano.



Bien lo sabe el hombre de los vaqueros, el de las botas modernas que se apresta a servir. Es Manuel Navarro. Y no es un capellán más. Manolo es una referencia moral y espiritual para quienes buscan, entre rejas, patio y capilla, un hálito de consuelo y un soplo de oxígeno. Tiene a su cargo la parroquia de Las 200 Viviendas de Roquetas de Mar -antes estuvo en Níjar, Sorbas, Uleila, Albanchez, Líjar, Cóbdar, Chercos y Huércal Overa- y cuando la prisión y la parroquia le dejan, se pone su maillot, lo ajusta a su cuerpo delgado -62 años, quién lo diría- y sale, como lo hacía Juan Pablo II en las montañas de Polonia, a quemar adrenalina. Hoy celebramos la Pascua de Resurrección con el pedaleo del cura de las presas y presos de El Acebuche.



“Estuve en la cárcel y viniste a verme”. Es Cristo.



Mateo, 25. Es lo que nos pide: visitar a los presos. La Pastoral es la presencia de la Iglesia en el mundo carcelario.



Alguien dijo que en la cárcel visitaba personas, no reclusos.



Claro, nosotros partimos de una premisa: el preso ya está condenado. No venimos ni a condenar ni a juzgar, sino a aportar humanización a su situación personal.


Alguien dijo: ser cristiano es mirar a un preso y ver a Jesús.

Pues sí, puesto que él también sufrió al ser ejecutado inocentemente. Pasó por esa experiencia.


Escuchar o hablar.

Escuchar siempre. Siempre. El 90 por ciento del trabajo es la escucha. No oír. Escuchar.


Son muchos años allí. Qué enseñanzas saca.

He aprendido a darle importancia a la vida y a no prejuzgar a los demás. Y a tener un corazón compasivo y misericordioso.


La cárcel, la periferia, ¿ha afianzado su fe?

Por supuesto que sí. Si no hay afianzamiento de la fe y de la confianza en ese Dios de los pobres, no tendría sentido.


Sin esa fe... el día a día sería otra cosa.

Es muy amplio. Hay muchas actividades: reunión de grupos de catequesis, formación, talleres, coro, oraciones, celebraciones. Cada voluntario tiene una actividad diferente.


¿Se sorprende el preso por descubrir a un Dios cercano?

Lo necesita. Sabe que hay un Dios cercano. En la cárcel nosotros tenemos que mostrar la pedagogía de Dios. No se juzga: perdón y misericordia. Como el padre del hijo pródigo, que está atento, ama y perdona.


Eso, colijo, en muchos tiene un impacto que no alcanzan a entender.

Son experiencias que te llevan a creer que, aunque toques fondo, la fe salva.


La clave: ustedes no señalan.

No, nosotros vamos con la mentalidad de Jesús de Nazaret, la de ese Dios compasivo. Juzgar, no.


La mayoría son hombres. Pero allí también hay mujeres que sufren.

Sí, y es el mismo trabajo. El coro, por ejemplo, es mixto. La mayoría de actividades se hacen entre hombres y mujeres. Tendemos a la igualdad de género.


¿Qué es primero: proponer la fe o conocer qué hay detrás de la persona?

Primero, la persona. Tú no vas pensando si es cristiano, musulmán, judío o cristiano ortodoxo. No. Tú lo que ves es a una persona.


¿En la cárcel puede haber liberación?

Podemos estar privados de libertad, pero nuestra vida interior, no. En la capilla, en el frontal del altar, se dice: “La verdad os hará libres”.


Hablando de libertad. ¿Cómo es ese encuentro en la calle?

Para ellos es una alegría saludarnos por la calle. Es síntoma de que las cosas no se están haciendo mal (silencio). Todo lo contrario. Son cercanos y cariñosos.


Estamos en la Pascua de Resurrección. Dígame cómo han celebrado la Pasión.

Lo mismo que en otra parroquia. Intentamos normalizar. Solo cambia la feligresía.


Permítame que le diga que es usted un sacerdote disruptivo: ciclista, moderno en el vestir. ¿Cómo se acoge esa normalidad?

Ellos saben perfectamente quién eres. El hábito no hace al monje (sonríe).


Adentro no hay libertad, pero a veces hay historias de amor.

Hemos tenido bodas, bautismos, confirmaciones. Siempre les digo que, en el caso de las bodas, intenten hacerlo fuera de la cárcel.


Todo este trabajo no se hace solo con sacerdotes. ¿Y los voluntarios...?

Somos dos capellanes y un equipo de voluntariado. Unas 30 personas.


Pues está muy bien. Tienen hasta un coro.

El coro anima la celebración, la liturgia, pero es también un grupo de reflexión. Ayuda a orar.


¿Las parroquias se implican a la salida de prisión?

Sí, tomando conciencia de que esas personas forman parte del barrio o del pueblo. A través de Cáritas también se ayuda.


Estoy ante un preso. Qué debo hacer y pensar como cristiano.

Que estás viendo a un hermano. A otro ser humano, a otra persona, que también es hijo de Dios.


A ver, salgamos de El Acebuche. Montamos en bici y nos dirigimos a...

A Velefique. Ahora mismo me gusta la zona de Enix, Felix, Alhama, Adra, Berja.


Ruta dura, eh. ¿Aconseja a los sacerdotes liberarse con el deporte?

Es necesario. Solo y en grupo. Cuando hemos coincidido con gente, mucha gente se ha acercado a ti para compartir, hablar, consultar dudas.


¿Y evangelizar?

Ahí también hay una pastoral. Ven que hay un cura entre ellos. Y a nivel personal, es el momento de encontrarte contigo mismo.


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