El Lugarico: el plan renove del PP de Almería

El derecho de sufragio tendría más sentido si uno pudiera señalar los candidatos más idóneos

Miembros del Partido Popular.
Miembros del Partido Popular. La Voz
Francisco Jiménez Alemán
19:57 • 04 mar. 2023

Leo en este mismo diario que los populares almerienses han decidido renovar sus cabeceras de lista municipales en no pocos ayuntamientos de la provincia, empezando por el obligado cambio en el de la capital tras la salida de Ramón Fernández-Pacheco Monterreal para hacerse cargo de la Consejería de Medio Amiente y de la Portavocía del Gobierno andaluz. En la generalidad de los casos los cambios están indicados por el propósito de refrescar las candidaturas después de varias legislaturas de buena gestión y atendiendo a las generaciones que llaman a la puerta de la política local. La excepción de un gran alcalde de Roquetas, como lo es Gabriel Amat, viene a confirmar la regla.



Este plan renove es un instrumento de vital importancia en los partidos políticos, acostumbrados a que algunos de sus cargos electos se eternicen en el escaño, no siempre con la justificación de la eficacia. Estamos cansados de ver cómo los responsables de las listas electorales no reparan en ninguna otra cuestión que no sea la continuidad de los mismos nombres sin ponderar que hay militantes calentando en la banda con méritos suficientes para figurar en la candidatura. Puesto que nuestra legislación no acota el tiempo de permanencia en los cargos elegibles, bien podría ser el propio partido quien aplicase un modelo de relevos al menos cada dos legislaturas, siguiendo el ejemplo de José María Aznar al poner límite a su permanencia en la Moncloa.



Posiblemente no es el caso que nos ocupa, pero lo cierto es que en el panorama nacional hay cientos de casos de hombres y mujeres que deciden hacer carrera y vivir de la política, tantas veces sin haber demostrado profesionalmente ninguna otra actividad que pueda avalar un supuesto derecho a estar para siempre en las nóminas oficiales. Y no me estoy refiriendo a aquellas personalidades que han demostrado eficacia en la gestión pública y servicios impagables al Estado. Sino a esos muchos otros que agazapados en el carguito o el cargazo se dedican a la vida contemplativa esperando que cada cuatro años el dedo del jefe de las listas le renueve un puesto que en ocasiones parece ser vitalicio.



Hay que felicitar al PP por esta decisión, acaso todavía incompleta, de aplicar la renovación de caras a sus listas para dar paso a los jóvenes aspirantes deseosos de demostrar su preparación y disposición para el servicio al municipio, a la comunidad autónoma o a la nación. No de otra forma se puede mantener ilusionada y activa una cantera de hombres y mujeres llegados a la política para servir al bien común y poner a prueba su entendimiento de cómo gestionar mejor el patrimonio público. La reciente rebelión entre los socialistas almerienses contra la lista impuesta desde arriba para el Ayuntamiento y someterla al escrutinio de la militancia, es un síntoma revelador de la potestad de la militancia para gobernarse a sí misma. Más democracia interna es lo que necesitan nuestros partidos políticos.



Desde la promulgación de la Ley de Régimen Electoral en junio de 1985 se viene debatiendo en nuestro país sobre la conveniencia de que las listas fuesen abiertas para dar la opción a los ciudadanos de escoger a aquellos nombres que crean que mejor los representan. Las listas cerradas, como es el caso en España, participan de la filosofía del dogma de fe, es decir dar por bueno aquellos que el partido político ha designado. El derecho de sufragio tendría una mayor dimensión y más atinado sentido si cada elector pudiera señalar aquellos candidatos que le parezcan más idóneos. Es un debate no resuelto en las cuatro largas décadas de democracia, desde que el 15 de junio de 1977 se celebrasen las primeras que habrían de dar a luz la Constitución de 1978.



A quienes somos partidarios del sistema democrático que nos dio la ley de leyes, no nos cabe la menor duda de la poderosa arma que tenemos en nuestras manos cual es poner y quitar gobiernos. Y es por eso por lo que los partidos políticos han de elaborar con sumo cuidado las candidaturas a las respectivas citas electorales porque sus miembros electos han de ser durante los siguientes cuatro años administradores del espacio público soportado por los contribuyentes. No debe ser menor tarea, por tanto, que las listas se renueven con la agilidad que requieren los cambios sociales del mundo que vivimos. Y que las candidaturas sean reflejo de las aspiraciones generales de la población, especialmente ahora del segmento más joven acosado por el desempleo, la dificultad de acceso a la vivienda y, lo que es mucho más importante para ellos, la esperanza y la seguridad en el porvenir. Ahí es nada lo que nos jugamos cada vez que se abren las urnas para poder ejercer nuestra inapelable determinación de ratificar o expulsar a los gobiernos.





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