Una almeriense en la historia secreta de El Corte Inglés

María José Guil, nacida en la calle Hércules, es una de las cinco mujeres más ricas de España

María José Guil e Isidoro Alvarez, invitados a la boda de Felipe y Leticia en 2004; salvoconducto de Falange de la madre en 1941.
María José Guil e Isidoro Alvarez, invitados a la boda de Felipe y Leticia en 2004; salvoconducto de Falange de la madre en 1941.
Manuel León
21:38 • 15 oct. 2022

Fue un 1 de marzo de 1941 cuando empezó todo; todo lo que cambió -ha cambiado- la historia de los más grandes almacenes de este país. Esa mañana se subieron a un tren en la Estación de Almería una mujer joven con su hija pequeña en brazos rumbo a Granada. Eran aquellos días negros después de la batalla entre Caín y Abel, cuando aquella moza de 22 años  se decidió a comprar un billete de ida con destino a Granada, donde vivían unos familiares a los que pediría ayuda para abrirse camino. Esa madre se llamaba Josefina Guil Navarro y esa hija, nacida el 10 de noviembre de 1939, igual: María José Guil Navarro. Era madre soltera y mientras iba sentada en uno de esos vagones de madera de la época, con unas rebanadas de pan redondo en un canasto y el salvoconducto de Falange en la mano, iba pensando, con el corazón inquieto, qué les depararía el futuro.



Josefina había nacido en 1919 en la calle Hércules número 13, en las faldas de La Alcazaba. Era hija del guardia civil Aureliano  Guil Blanes y de Manuela Navarro Reina, hermana de un carpintero llamado José que tenía un taller en esa misma manzana. Manuela se quedó viuda pronto y tuvo que criar sola a su hija y después a su nieta, en ese ambiente proletario de la Almería de los años 30, sin llegar a imaginar que esa niña a la que tantas veces le lavó los churretes en el caño de la Polka, se convertiría en una de las mujeres más ricas de España.



Llegaron la madre y la hija a la ciudad de la Alhambra, con cicatrices aún de morteros y bayonetas, y  ese abrigo familiar que esperaban encontrar no lo sintieron. Tras un tiempo de lucha barojiana por la vida deambulando por las calles granadinas, con la hija María José queriendo abrirse camino en el mundo del cine y el espectáculo, decidieron comprar un nuevo billete, solo de ida, rumbo a Madrid. Tras un tiempo hospedadas en una pensión, sin oficio ni beneficio, pasando penurias, no se sabe cómo,  María José aparece como esposa de Alfonso del Rey alias Camorra, propietario de un célebre restaurante y sala de baile del Madrid canalla de los 50 y 60 llamado El Riscal, situado en la calle Marqués de Riscal, 11.



Ninguno de los dos escritores que han revelado con  tenacidad todos los detalles de la historia oculta de El Corte Inglés -Javier Cuartas y Carlos Díaz Güell- han podido adivinar las cuitas de los primeros años de María José Guil en Madrid, pero sí su origen almeriense, por  el acta matrimonial de su boda. Alfonso y María José se casaron en 1960 -ella entonces vivía en la calle Goya- y tuvieron a su primera hija Marta -actual presidenta de El Corte Inglés matrimoniada con un hijo de Juan Abelló- en 1964 y dos años después  a Cristina, casada con el abogado Iñaki Alvarez-Valdés.



El Riscal, iba viento en popa. Por allí pasaba a comer sus célebres paellas lo más granado del Madrid del tardofranquismo: desde políticos como Fraga a actores como Fernán Gómez, desde empresarios como Ernesto Koplowitz a cantantes como Gloria Lasso. Al mediodía era un fogón de alcurnia, pero por la noche se transformaba en una boite con actuaciones musicales y tablao flamenco.



Allí conoció María José a un correoso guitarrista llamado Jesús Sanz, padre del cantante Alejandro Sanz, al que amadrinó en su bautizó  y al que regaló mil duros el día de su Comunión; allí, entre los efluvios de platos de arroz imperial, conoció la almeriense también a Ramón Areces, presidente entonces de El Corte Inglés, y a su sobrino Isidoro Alvarez,  asiduos clientes del local que regentaba Camorra.   Pero éste falleció en 1967 dejando muy pronto viuda a  la almeriense con dos niñas pequeñas. Fue entonces cuando inició un romance con aquel sobrino del patrón de El Corte Inglés, que se mantuvo oculto durante muchos años. La familia de Isidoro, especialmente su madre Eustaquia y su hermana Maria Antonia, madre de su futuro delfín Dimas Gimeno, nunca aceptaron la relación de Isidoro con la  viuda de Camorra. A pesar de todo, aunque Isidoro iba a dormir a casa de su madre, tenía su hogar propio con la almeriense María José en un piso de la calle Zurbarán donde también se encargaba de la educación de sus dos hijas. Para esa época, la viuda ya había traspasado El Riscal y solo se dedicaba a ejercer de esposa del empresario de la cadena del triángulo verde.



En 1989 falleció Ramón Areces e Isidoro se convirtió en presidente, principal accionista y patrón absoluto de la primera empresa española en esa época. Es cuando se casa con María José, de incógnito, sin decírselo a su familia, en la capilla de un convento de Madrid. Después, en 2003, Isidoro reconoce como herederas y les da su apellido a las dos hijas de María José. Eso hizo que la guerra entre la familia del presidente y su esposa almeriense se recrudeciera, más aún cuando en 2014 fallece Isidoro Alvarez habiendo nombrado a su sobrino Dimas como sucesor, pero dando la mayoría de las acciones a sus hijas adoptivas de sangre almeriense. La señora de Alvarez, la nieta de aquel guardia civil de la calle Hércules, había llegado a lo más alto de la clase madrileña codeándose con la alcurnia, almorzando en figones de cinco tenedores, asistiendo como invitada a la boda de Felipe con Leticia, como vecina de asiento del escritor Arturo Pérez Reverte.



Marta Alvarez Guil, tras expulsar de la presidencia de El Corte Inglés a  su primo postizo Dimas, es hoy una de las mujeres más poderosas de España y su madre María José, ya octogenaria, sentada en una butaca en su caserón de Puerta de Hierro, es una de las cinco señoras más ricas de este país, según la última Lista Forbes, con una fortuna de más de 2.000 millones de euros, como heredera universal del gran Isidoro. La paradoja, sin embargo, es que la mujer del dueño del imperio de El Corte Inglés, no consiguió en todos esos años que la empresa abriera un gran almacén en su ciudad natal, de la que salió cuando apenas tenía unos pocos años y a la que no consta que haya regresado nunca.


Mientras, la casa donde nació, hoy propiedad del pinturero Angel Amador, está a punto de ser derribada junto a todas las de la calle para mejorar las vistas a la fortaleza árabe. “Si esa señora de Madrid quiere volver a su casa, se la regalo”, decía ayer tajante el tal Amador, sentando en una silla de anea en la puerta de la vivienda donde nació la ínclita protagonista de esta historia que se acaba de contar hasta donde se ha podido.


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