Ramírez pide que su acosador salga de la cárcel con pulsera telemática

“Tengo miedo”, asegura la madre del pequeño al conocer el permiso de tres días a D. M. F. A.

Particia Ramírez, madre de Gabriel Cruz.
Particia Ramírez, madre de Gabriel Cruz. La Voz
Simón Ruiz
07:00 • 24 dic. 2019

Patricia Ramírez, la madre del pequeño Gabriel asesinado por Ana Julia Quezada el año pasado, ha pedido que la persona encarcelada en El Acebuche por un caso de acoso hacia ella, identificada como D. M. F. A., salga de permiso navideño durante tres días, pero con una pulsera telemática.



Todo está preparado para que D. M. F. A. salga esta mañana de la prisión almeriense y no regrese hasta cumplir tres días de permiso. Sin embargo, en un escrito remitido ayer tarde a los medios de comunicación, Ramírez confiesa tener “miedo” y lamenta que su abogado, Miguel Ángel Torres, no haya tenido tiempo de presentar el correspondiente recurso por la decisión del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria.



Se puede hacer más Patricia Ramírez asegura que se enteró de ese permiso carcelario “hace aproximadamente tres días” y desde entonces “estoy intentando protegerme con las herramientas que tengo a mi alcance luchando para sentirme algo más segura. Creo que hay que proteger a las víctimas y en este caso no se está haciendo lo suficiente”.



“Nadie me ha informado de como está. Deseo desde lo más profundo de mi corazón que esté en tratamiento y haciendo terapia en la cárcel y que su evolución sea positiva en su conducta obsesiva hacia mí. Pero no sé si es así, no hay informe forense que se haya practicado recientemente que así lo determine, ni se me ha informado de nada. Tengo miedo y si tengo que guiarme por sus actuaciones anteriores de este señor durante meses su acoso fue muy intenso, llegando a dormir en las inmediaciones de casa”, añade en otro apartado de su comunicado.



Pulsera caducada



La madre del pequeño Gabriel ha relatado también que, al parecer, la pulsera de alejamiento de D. M. F. A. “está caducada por un problema de comunicación entre el Juzgado y Prisiones”.



Y, a pesar de ello, su abogado, Miguel Ángel Torres, está haciendo lo “indecible”, con las “herramientas a su alcance y documentación necesaria” para intentar paralizar el permiso carcelario o que un juez active la pulsera telemática para que se cumpla la orden de alejamiento. “Pero el tiempo no juega a favor para poder presentar recurso por falta de tiempo”.



“Este dispositivo fue concedido durante un año y, cuando entró en la cárcel - entró con él, debiendo paralizarse el tiempo - hasta salir nuevamente de prisión con él hasta la totalidad del año. En la cárcel no ha tenido puesto el dispositivo, se lo quitaron al entrar. Sólo habría cumplido 4 meses con el dispositivo, con diferentes quebrantamientos, precisamente en Navidad, y le restarían por cumplir 8 meses todavía”, cuenta también Ramírez en su exposición pública.


La madre del pequeño Gabriel dice no oponerse al permiso de tres días concedido a D. M. F. A., “porque son sus derechos”, pero también pide que se entienda que ella tiene derecho “a estar protegida suficientemente”. “Honestamente creo que debe de salir controlado y con las medidas de evaluación necesarias, que desconozco si se han hecho, por riesgo a que se escape y se acerque nuevamente a mí. Esperando no se enfaden por solicitar su activación y que entiendan que durante dos años viví una situación de miedo difícil de sobrellevar que en estos momentos podría volver a reproducirse”, mantiene Patricia Ramírez, que en ningún párrafo del comunicado cita la identidad de su acosador.


Un martirio

En otro apartado de la nota de prensa, la madre del pequeño Gabriel recuerda que en plena búsqueda del menor de 8 años, el ahora interno en El Acebuche tenía la pulsera telemática “desconectada”.


“Lo detuvieron varios días y públicamente salió en todos los medios. Desconozco si puede estar más enfadado conmigo por aquella situación, u obsesionado con verme, no sé nada… La pulsera de alejamiento - apostilla - para mí supuso un martirio los cuatro meses que la tuve puesta, pues no paraba de sonar de madrugada cada vez que este hombre no se encontraba lúcido y quebrantaba la orden. Pero por lo menos sabía cuándo estaba mal y me permitía estar en alerta.


Patricia Ramírez concluye afirmando que su vida está centrada en “protegerme y en asegurar que se haga justicia con la muerte de Gabriel, tal  y como me comprometí con él y el resto de la sociedad comprometida a hacerlo con la mejor voluntad y trabajo necesario”.


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