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Más de 2.000 buñuelos: Juan y María más de una década endulzando Adra con una receta tradicional

La pareja de jubilados abderitanos recauda más de 1500 euros que destinan de forma íntegra a la parroquia

Juan y María preparando sus buñuelos en el Gran Outlet de Adra.

Juan y María preparando sus buñuelos en el Gran Outlet de Adra.Marina Ginés

Marina Ginés
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¿Cómo se convierte un simple buñuelo en el dulce más querido de todo un pueblo? La respuesta está en Juan y María, dos jubilados de Adra que llevan casi una década dedicando su tiempo, cariño y fe a un oficio que va más allá de la cocina. Cada buñuelo que elaboran es un pedazo de tradición, un guiño a la infancia de muchos abderitanos y un acto de generosidad que se siente en cada bocado.

En tres días, esta pareja puede preparar y freír más de 2.000 buñuelos. “A veces gastamos hasta tres sacos de 25 kilos de harina”, comenta Juan, mientras su sonrisa refleja la pasión que pone en cada masa. Pero el verdadero secreto, confiesa, no está en los ingredientes: “Dios nos acompaña y nos guía”.

De la harina a la fe: buñuelos con propósito

Todo lo que recaudan Juan y María se destina íntegramente a la parroquia de Adra. Durante el Gran Outlet del año pasado, sus dulces lograron reunir más de 1.500 euros. La pareja, sin esperar reconocimiento, convierte cada venta en un gesto de solidaridad y amor por la comunidad.

“No lo hacemos por dinero, lo hacemos porque nos llena el corazón”, explica María. Su receta es un tesoro heredado de su madre: harina, matalauva (semilla de anís verde para los forasteros), agua templada con levadura y sal, todo medido “a ojo”. El broche de oro a la masa: algo que se hace “de toda la vida” una cruz con el dedo y un: - “Crece masa como la Virgen María creció su gracia”,- y a taparla al calorcito de la lumbre para que la masa crezca. Pero ojo, que no todo es tradición: también se sirven de herramientas modernas para mejorar la receta, y es que la tarea de amasar ya no la realizan a mano, sino que se ayudan con un batidor industrial.

Haciendo la masa de los tradicionales buñuelos.

Haciendo la masa de los tradicionales buñuelos.Marina Ginés

Crujientes por fuera y esponjosos por dentro, los buñuelos de María son un ejemplo de cómo la tradición y el cariño pueden transformar cualquier receta en algo mágico. Y es que, como dice Juan "María es un poco brujilla", refiriéndose a la magia que hace en los fogones.

Pero su creatividad no se detiene en la receta clásica. Sus famosas bombas de chocolate son un éxito absoluto: redondas, crujientes y rellenas de un chocolate casero que se desborda al morderlas. “Hemos visto bombas que solo tienen una mijilla de chocolate… las nuestras se desparraman y merecen cada bocado”, bromea Juan. Grandes y pequeños se rinden ante estas delicias, que combinan tradición con un toque moderno irresistible.

Preparando la deliciosas bombas de chocolate.

Preparando la deliciosas bombas de chocolate.Marina Ginés

Eso sí, a las madres de los más pequeños no les hace tanta gracia que el relleno chorree por todas partes, pues los niños acaban de chocolate hasta las cejas...explica Juan a carcajadas.

Juan y María van allá donde hay un evento en Adra

San Marcos, el mercadillo de saldos en el parque, el Gran Outlet… cualquier excusa es buena para montar un puesto de buñuelos tradicionales y sus bombas de chocolate. 

Juan y María comenzaron en este oficio con motivo de recaudar fondos para arreglar el techo de la parroquia, que había sufrido diferentes desperfectos. Pero les gustó tanto y tuvieron tanto éxito que ya nunca han parado de montar su puesto improvisado de buñuelos y bombas, desde la cochera de su casa, un local cedido por el ayuntamiento o una simple carpa improvisada al aire libre. Cualquier lugar es bueno para desplegar todos los medios necesarios y dar de merendar a cientos de abderitanos.

Juan saca el primer buñuelo de la tarde.

Juan saca el primer buñuelo de la tarde.Marina Ginés

Juan y María son jubilados de hace poco tiempo, pero, como muchos abderitanos, han dedicado toda su vida a la agricultura. “A la agricultura ecológica”, apostillan.

Juan asegura que su mujer es muy buena cocinera, tanto que a veces le gustaría que se le diera un poco peor para no comer tanto, bromea. Así que, a fuerza de ver a María entre los fogones, se le ha contagiado el amor por la cocina.

“Tú dime a mí qué pasaría si con una mujer cocinera no me interesara por la cocina, me echaría a la calle”, bromea Juan, que asegura también que ha tenido que enseñar el arte de los buñuelos a algunas jóvenes más inexpertas.

Juan y María son sabor a casa, a familia y a tradición

Juan y María no solo hacen buñuelos, también son catequistas. “Nos encantan los niños”, aseguran ilusionados, y es recíproco: los niños de otras clases de catecismo piden quedarse con Juan y María para que les cuenten sus historietas con la gracia y el desparpajo que les caracteriza. 

Juan y María son sabor a casa, a familia, a tradición; estar con ellos es como estar con tus padres, con tus tíos o con tus abuelos. Aunque no los conozcas apenas, basta unos minutos para ver lo entrañables y hogareños que son, de forma que siempre te apetezca quedarte un rato más a conversar con ellos.

¡Al rico buñuelo!

¡Al rico buñuelo!Marina Ginés

La pareja de abderitanos también tiene anécdotas para contar. La última, por ejemplo, ocurrió durante el gran apagón que pilló justamente durante la celebración de la estación de San Marcos. Allí se encontraban, como cada tarde, haciendo buñuelos para la gente que recorre la estación a modo de “manda” religiosa. Cuando se fue la luz, la gente empezó a decir: “¿Cómo nos vamos a ir a casa, qué vamos a comer?” Juan y María llenaron su puesto de velas, un vecino les trajo un foco solar y se pusieron a repartir buñuelos y bombas a diestro y siniestro. La calle estaba llena de gente: “No sabemos cuántos buñuelos venderíamos aquella noche”, recuerdan entre risas.

Juan y María no solo hacen buñuelos: construyen recuerdos, celebran tradiciones y fortalecen la comunidad abderitana. Cada bocado es un acto de amor, cada sonrisa una recompensa. En Adra, sus buñuelos son más que dulces: son símbolos de generosidad, de familia y de la magia que surge cuando el corazón guía las manos.

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