“La ‘Posá del tío Peroles’ hace guiso tradicional de los que ya no se hacen”
Antonio Herrerías, hostelero y propietario del restaurante de Abla

Antonio Herrerías es el propietario de la Posá del Tío Peroles en Abla.
Estamos con Antonio Herrerías, 67 años, propietario del restaurante Posá Tío Peroles, un establecimiento con una tradición que tiene 20 años de historia. Antonio es natural de Abla, y el negocio de la hostelería lo lleva grabado en el alma, no obstante nació en la cocina de la Antigua Posada del Tío Peroles, un negocio que abrió su bisabuelo, continuó su abuelo, y después su padre, que regentó el restaurante El Pintao Viejo, donde Antonio se inició en el mundo de los platos, hasta que un desafortunado accidente acabó con su existencia. Él decidió hace dos décadas levantar este nuevo edificio, donde trasladó esa tradición de muchos años de atención a las personas, para seguir mostrando la hospitalidad que ofrece con sus comidas.
Se me ocurrió porque toda la familia hemos seguido la tradición de Tío Peroles y hemos trabajado en la hostelería. Ya soy el último que queda de la familia trabajando en la hostelería. El patriarca de la familia murió antes de la guerra, y la tradición la siguió el resto de la familia. Recuerdo con cariño a la hermana de mi madre, y a ella. La Posada estaba en lo que era antes la carretera general de Almería.
¿Era una posada donde se daba resguardo a los arrieros y sus animales?
Se daba habitación a los mulos y a los burros, y los arrieros dormían con los aparejos. En aquella época no había camas para arriar o dormir. Después se fue evolucionando y ya había habitaciones para las personas y, poco después, los mulos y burros desaparecieron y fueron sustituidos por los automóviles.
¿Y la tradición la siguió su abuelo y, después su padre?
Claro, mi padre puso el bar El Pintao, hasta que tuvo el accidente en el año 1993. Y bueno, a partir de ahí, seguimos aquí con el negocio.
Antonio guarda un recuerdo muy doloroso de aquellos sucesos y prefiere no rememorarlos. El sábado 10 de abril de 1993 la explosión de una bombona de butano provocó la muerte de cuatro personas y otras 27 resultaron heridas. A raíz del accidente, Antonio se trasladó al área recreativa del Serbal, en pleno corazón de Sierra Nevada.
Sí, bueno, después del accidente estuve 6 años en la sierra, en un área recreativa. Y después estuve aquí, en Abla, en el bar de la piscina, hasta que hicimos esta obra.
Aunque es un establecimiento de nueva construcción, el local de la Posá Tío Peroles tiene una apariencia antigua. Por las estanterías vemos colecciones de botellas y vasos antiguos, y utensilios que rememoran los años que esta familia ha dedicado a alimentar a muchas personas.
Son antigüedad de todo tipo. Lo tenemos todo decorado, tanto arriba como abajo. Todo decorado con aperos de labranza y cosas así. Utensilios de cocina de los que había antiguamente.
Son utensilios que provienen de la época de su bisabuelo, de su abuelo y de su padre. Porque toda la familia se ha dedicado siempre al mundo de la hostelería.
Así es. Hace un tiempo lo hemos sido todos. Ya no. Se han ido retirando, pero bueno.
La Posá Tío Peroles es un restaurante que abre seis días a la semana, excepto el lunes, durante todo el año.
Nos dedicamos a a la comida tradicional. Hacemos guisos todos los días: ollas de trigo, fabada, callos, sopas, cosas que ya no se hacen en las casas. Hay gente que les gusta, y como no lo tienen en la casa, pues les gusta venir aquí a probar.
La Posá Tío Peroles sigue siendo un referente, como fue en su día El Pintao. Es un emblema de la cocina de Abla y de la Alpujarra almeriense.
Claro. Sí. La cocina alpujarreña, una cocina de Sierra. Tipo cocina de pueblo.
¿Qué les diferencia de otros establecimientos?
Bueno, últimamente los otros establecimientos se dedican a una cocina más moderna, a cosas que, para mí, no tienen sentido, Otras sí, por supuesto. Y nosotros seguimos con la tradición porque ya tenemos comprobado que hay mucha gente que le apetece probar los platos que no tienen en sus casas. Entonces es bueno que tengas dónde ir. Todos esos platos los incluimos en el menú. Los pueden elegir. No diferenciamos los platos del menú. Hay variedad para que puedan elegir.
Antonio Herrerías tiene dos hijos y tres nietos, pero él continúa en primera línea.
Yo, mientras esté bien, aquí estoy muy a gusto. Bueno, los fines de semana hay mucho trabajo, pero durante la semana, hay más tranquilidad, y eso está bien. Somos un negocio familiar, que nos nutrimos de empleados del pueblo, cuando se necesita que alguien nos eche una mano.
A Antonio Herrerías le gustaría que sus hijos continuarán con la tradición familiar.
Está difícil. Ya me gustaría. El local es una obra nueva y me gustaría que siguiera adelante, pero bueno, lo vamos a intentar conservar. Es un establecimiento muy característico y muy conocido, porque como siempre ha estado a orilla de la carretera, pues siempre hemos estado de paso de mucha gente, y se conoce. No es lo mismo que estar dentro del pueblo, que tienes que ir expresamente, cogiendo otras carreteras. Luego, aparte de eso, estamos en la Sierra, un pueblo de la Alpujarra con una antigüedad que viene de la época de los romanos. Y bueno, pues tiene su encanto.