El nuevo bar de Almería donde no se puede hablar
Está a punto de abrir en la calle Martínez Almagro donde antes estuvo Rock&Ola y antes aún Canalla, La pera limonera y Da Bruno

El Callaito abrirá en breve sus puertas en la calle Martínez Almagro.
Hay un distrito de Almería que resiste el paso del tiempo en primera línea de la jarana; una franja urbana, entre Las Cuatro Calles y Trajano, que lleva desafiando el cambio de épocas desde Jairán, sin inmutarse, sin despeinarse, recibiendo todos los fines de semana a miles de almas libres que olvidan por unas horas la oficina; es lo que tiene ese centro noctámbulo almeriense, abigarrado de tapas de jamón y callos -ahora de tataki o gyozas- que ha perdido población, que los pocos residentes que quedan se parecen a un Truman salido de su Show; pero en locales de ocio y negocio, en parque temático de frituras y cerveza de barril, a este rompeolas de pubs y tabernas, no le gana nadie, por mucho que le aprieten con las espuelas desde los locales de la Circunvalación del Mercado, de los que han florecido enfrente de Alcampo o de los que se han adocenado en los nuevos cinturones residenciales de la Vega.
Está a punto de abrir la cancela un nuevo bar en esta zona cero, en un local más antiguo que Akhenaton por el que han pasado antes decenas de negocios hosteleros con distintos nombres: los más recientes la pizzería Da Bruno, de Cristiano; la Pera Limonera, Canalla o el último Rock&Ola. Ahora se llamará Callaito, un nombre más en la lista del santoral, en la calle Juan Felipe Martínez Almagro (almeriense que fue y mano derecha del general Narváez) junto al rojo mexicano de la fachada de la tortillería La Mala del salmantino Guille y enfrente de la cafetería Carpe Diem.
El Callaito presenta sus credenciales, con sus amplias cristaleras, como bar de casual food, como colonia ¿o metrópoli? de otro bar del mismo nombre en la calle Mauritania de Aguadulce, donde se emplatan especialidades como el secreto a la brasa, el pollo kentucky, el udon de langostino o el pepito de calamar. Su lema es: “Quien come callaito, repite”: y quizá los camareros susurren a los clientes al entrar por la puerta: “Come, bebe y calla”. Este callaito, este nuevo bar que hace voto al silencio, como si fuera un monasterio cisterciense, aunque no se vea por allí ningún fraile, pertenece al grupo empresarial italiano de la familia D’Amico.
El local se encuentra aún dando los últimos retoques, los últimos brochazos, para abrir cuanto antes, en esa placita donde tantas cosas han pasado -y seguirán pasando- desde que Almería es Almería.