La Voz de Almeria

Feria de Almería

Ser torero: Mucho que aprender entre ilusiones y esperanzas

El almeriense Sergio Roldán estuvo muy torero, comprometido en todo momento con su público

José Antonio Lauri de la Escuela Taurina de Lucena lució un toreo cargado de sabor y fundamento, que fue lo mejor de la tarde.

José Antonio Lauri de la Escuela Taurina de Lucena lució un toreo cargado de sabor y fundamento, que fue lo mejor de la tarde.

Jacinto Castillo
Publicado por

Creado:

Actualizado:

En:

Dicen los que saben de esto que la esperanza es lo último que se pierde. Aunque también debe ser cierto que la ilusión es lo primero que se gana. Entre la ilusión y la esperanza hay muchas tardes de soledad toreando de salón, muchos sin sabores en el tentadero y muchísimas cosas que aprender en carne propia. Por eso, a unos les puede más la ilusión y a otros la esperanza.


José Antonio Lauri hizo lo mejor de la tarde. El joven diestro es alumno, seguramente aventajado, de la Escuela Taurina de Lucena. Largo en los lances y dominador sin brusquedades, armonioso en el juego de muñeca y capaz de generar esa sensación de sabor torero que sólo tienen unos pocos.


Roldán
Sergio Roldán estuvo muy torero ante un toro que trasmitía emoción por sus embestidas bulliciosas, propias de su edad, si bien no era un dechado de casta. El alumno de la Escuela Municipal Taurina de Almería se empleó con seriedad y valentía arrancando con una larga cambiada y tratando siempre de poderle a su enemigo  y de reivindicarse ante su público. Variado en las suertes y comprometido hasta el extremo de llevarse un susto en una aparatosa voltereta.


Romera, el alumno de la Escuela Taurina de Granada, pero roquetero de nacimiento, no tuvo excesiva suerte con el eral que le echaron, flojo y desrazado. Eso sí, pudo mostrar su toreo sereno y trazado con elegancia. Buscó al eral por los dos pitones y así consiguió dejar una esperanzadora  tarjeta de visita para próximas actuaciones.
Vicent Pérez vino a Almería desde Arles donde se forma como torero. Descarado en el mejor sentido de la palabra, demostró estar seguro de sí mismo, con un toreo vistosos que conectó con los tendidos. Gustó y se gustó ante un eral casi incombustible.


El que cerró plaza se cayó incontables veces. Por eso,  Alfonso Pablo Ruiz tuvo que sacar adelante con mucho esfuerzo una actuación más que meritoria en la que expuso argumentos sólidos de haber aprovechado bien las clases en la Escuela Taurina de Madrid, de larguísima y merecida fama. Alfonso, pese a ser el menos veterano del cartel, llamó la atención por su toreo profundo y su ordenada faena en la que menudearon los muletazos serios, que habrían sido más y aún  mejores de no haberle faltado al eral la fuerza que el madrileño tiene en su toreo.


El murciano Ramón Serrano puso empeño sin tasa, pero se le quedó más de medio eral sin torear. Lo bueno de ser alumno es que están disculpadas las lecciones que aún no se dominan. La esperanza, al menos sigue estando de su parte.


Escenas de callejón
Con qué torería se escapó de sus compañeros Curro García para volver a su puesto, cuando trataban de ver si había salido  herido  del revolcón que le dio el quinto de la tarde en banderillas. No le pudieron sujetar para atenderle  porque su casta  de fue más fuerte que el empujón del novillo. Igualmente encomiable fue la valentía de otro subalterno de la tierra, Antonio Olivencia, siempre entregado.


El callejón de la clase práctica tampoco se entendería sin el director de la Escuela almeriense, Ruiz Manuel, siempre cerca de su pupilo y del desarrollo del festejo ayudado por el profesor César López Acacio, El César.


En el callejón también estaba viendo la clase y recordando sus tardes José Cabrera, el novillero con caballos de Almería. ¿Para cuándo las novilladas con caballos estarán otra vez en los carteles? Cabrera lo merece de sobra.


tracking