El Fandi salió ayer por la puerta grande desoyendo las indicaciones del delegado de la autoridad que, por orden expresa del presidente, hizo valer el reglamento, en el artículo que establece que es necesario cortar tres orejas para salir a hombros en un mano a mano. Ni el torero, ni los empleados de la plaza atendieron estas indicaciones, por los que se les abrió anoche mismo expediente informativo.

Fandi no se toma en serio esta plaza, probablemente tampoco las demás. Casi con toda seguridad, tampoco le pesará en exceso este expediente ni sus consecuencias, porque parece estar siempre al otro lado de la corrección y la seriedad que implica vestirse de torero.  Así paga el haber sido anunciado en esta Plaza en un mano a mano que, con esta actitud, demuestra que no merecía.

Ni tampoco Padilla, porque la casta limpia y vibrante  de los toros de Torrehandilla y Torreherberos no les sirvió de inspiración a ninguno de los dos. Al jerezano, incluso, no se le ocurrió otra cosa que tratar de convencer al respetable de que el quinto de la tarde no servía, después de que el animal mostrara una predisposición a embestir y una nobleza como para salir de la plaza dando derechazos. Sin embargo, Padilla preparó la cosa renunciando a ponerle banderillas y luego, le levantó la cara al toro con dos mantazos, lo macheteó sin miramientos como prueba de la escasa calidad del toro y se deshizó de él.

Probablemente, la violenta y peligrosa voltereta que se llevó en el tercero le pusieron a salvo de la sonora pitada que mereció. Si no se había quedado en condiciones de torear tras el percance, debió pasar a la enfermería y dejar al sobresaliente, Jesús Almería que lidiara este quinto, con el que seguro que el almeriense hubiese podido mostrar su estilo con la muleta. En cualquier caso, lo que no se puede ni se debe es intentar confundir a los tendidos haciendo el número del toro que no sirve, cuando no es cierto. El ganadero debe estar que trina, porque seguramente seleccionó este encierro entre lo mejorcito que tenía a mano, pensando en una plaza importante de segunda, sin imaginar que se lo iban a afear de esta mala manera, con recursos propios de un a plaza portátil.

Padilla dejó claro por segunda vez que no es torero de esta Feria, en tanto que no echen aquí encierros de esas llamadas ganaderías duras, frente a las cuales, sus peculiaridades tienen sentido según entienden determinados públicos.

Argumentos
La tarde de ayer sirvió para argumentar la necesidad de que el tirón en las taquillas deben darlo ya otros toreros que  estén dispuestos a pisar las plazas con el compromiso y la profesionalidad que requiere la Fiesta de Toros. 
Si el encierro del jueves subió la nota de la Feria en el apartado ganadero, la de ayer no hizo sino elevarla un tanto más, pero los dos toreros se igualaron a la hora de desaprovechar tanta casta y tanta calidad. A lo mejor, por eso, tenía sentido el mano a mano.

Padilla estuvo bien en algún par en el que se asomó al balcón, pero luego evidenció carencias muy serias en todo lo demás. Fandi dio el espectáculo de siempre, si acaso aminorado, para después beneficiarse de la calidad de sus enemigos tratando, como mucho de no estorbarles el paso con la muleta. Y encima, se anota por su cuenta una puerta grande que no se ganó en la Plaza.

Debió pensar que este coso que cumple 125 años era el de alguna pedanía y que sus venereables y honrados muros no eran sino los tablones de una humilde talanquera.