Tras el frenazo que sufrió la construcción hace ya más de un lustro, el empleo fue cayendo como fichas de dominó en un tablero. La hemorragia inicial, con casi un 60% de paro en el sector, se fue atemperando y convirtiéndose en un goteo incesante de pérdida de profesionales, desde aparejadores a fontaneros, desde albañiles a pintores que sufrieron la consecuencias del pinchazo de la burbuja.
Ante esa falta de perspectivas, con el sector residencial y la obra pública en el dique seco, muchos migraron a otros sectores o pasaron a engrosar directamente las listas del paro.
El panorama, sin embargo, ha cambiado y, a tenor de las cifras, ha pasado ya el Cabo de las Tormentas. Empezó a hacerlo tímidamente en 2013 y al cierre de 2014 ha sido un revulsivo en el empleo provincial, aunque aún cueste creerlo.
Según los datos del Instituto de estadística y Cartografía de Andalucía, Almería sumaba al finalizar 2014 un número de 11.200 ocupados en el sector de la construcción, fundamentalmente albañiles, el 22,5% más que el año anterior.
De ellos, 7.680 están afiliados a la Seguridad Social en el régimen general de la construcción y 4.037 al régimen especial de trabajadores autónomos.
El crecimiento almerienses es el mayor de toda España en términos porcentuales. Andalucía tuvo un descenso del -0,9% y España del -0,5%.
El  feliz cambio  de tercio del sector en la provincia, contrasta con el escaso fuelle que mantiene aún la licitación de obra pública que en el último trimestre disponible cayó un 58%, un descenso mayor que el del resto de la región. Tampoco la vivienda nueva ha repuntado, teniendo en cuenta que Almería mantiene aún un elevado stock de casas sin vender en manos de bancos y promotores. La única explicación que se le ocurre al presidente de la Asociación de Contratistas, José Luis Muñoz, es que “el sector de la rehabilitación, que es un muy intensivo en mano de obra, está tirando del carro con reformas en viviendas, cambiando bañeras por mamparas y otras cosas así”.