La Cuarta UEFA, la que haría rey de reyes de la competición al Sevilla (Juventus, Inter y Liverpool se estancaron en tres), espera en el Estadio Nacional de Varsovia el 27 de mayo. Allí, en una de las ciudades de moda en Europa, el rival será el sorprendente Dnipro, otro equipo con la herencia de Juande. Curiosos guiños del fútbol. Ante la Fiorentina, rival de tradición que llenó el estadio impulsado artificialmente por el eslogan giochiamo la insieme (“jugamos juntos”), pero con el alma por los suelos después del 3-0 en el mágico Nervión, selló la clasificación con la autoridad del campeón, recreándose y disfrutando en el tapete del Artemio Franchi. Recordando los malos ratos que pasó en Moenchengladbach o San Petersburgo en otro viaje memorable de un club que ha sido capaz de superar la nostalgia de los Palop, Alves o Kanouté y ha encontrado nuevos ídolos. Uno, el colombiano Bacca, delantero competitivo y voraz que hizo el 0-1 que convirtió a la Fiorentina en un juguete viola (hasta falló un penalti Ilicic...). A Emery le pudieron las emociones. Su aparición por Sevilla, después de años de tumbos del club, resultó definitiva para orientar la reconstrucción de un equipo de músculo y talento pero, especialmente, con un corazón indomable. El sello que le ha diferenciado. El del que nunca se rinde.