Estaba solo en el estudio de la Cadena Ser mirando la misma televisión por la que se salvó el Almería. Subí para ver los últimos minutos del Las Palmas-Córdoba con la sensación de que algo iba a pasar. Cuando vi ese campo con más de 30.000 aficionados deseaba el triunfo amarillo para que no se viviera un funeral pero mi corazón estaba con el Córdoba por su larga travesía del desierto.

Cuando marcó el gol del empate el Córdoba en el descuento y veía las imágenes de los seguidores canarios sentía tanta desesperación como alegría me producía ver saltar en el vestuario a los jugadores del Córdoba. Con una frase muy de mi madre, ¡Dios nos libre!., me acordé del Almería.

Mi mente me llevó a un gol del Athletic en Almería con dos de Osasuna y el equipo en Segunda en medio de un cementerio. De la que nos hemos librado pensaba en ese momento mientras daba gracias a Dios por haber disfrutado de cinco años casi seguidos en Primera y vamos a por otro más.

Recuerdo al Córdoba de Primera División de los setenta porque dejó en la cuneta a la A. D. Almería en una polémica promoción. Aquel Córdoba de Fermín y Del Bosque dejó huella en el Estadio de la Falange con aquella eliminatoria frente al Almería de Ben Barek.

Recordaba con la mirada perdida en la televisión lo que cuesta levantarse cuando el fútbol te da una hostia tan dura como la vivida en Gran Canaria. Aquí hemos pillado unas cuantas y aunque siempre hablo como el Abuelo Cebolleta de las batallas ganadas, mi mente futbolística está llena de cicatrices de un balón que no siempre manda.

Vamos a dar gracias a Dios por estar haciendo un equipo para la Primera División y no olvidemos en tiempos de éxito al perdedor porque: “El fútbol es cíclico” y estas palabras no son mías, me las enseñó el mítico Juan Rojas que seguro nos ayuda desde el Cielo: Gracias Juan.