No debemos de rasgarnos las vestiduras si perdemos la Primera División. Es algo que podía suceder ya que el presidente tenía claro que: “no podemos salirnos del presupuesto”. Aquello de estar en la Liga Profesional como lo más importante de todo sin que peligre la entidad requiere estos riesgos que nos van a llevar a Segunda División.
El presidente y Francisco sabían bien donde se metían y los aficionados han ido asimilando con el paso de las jornadas que la permanencia era posible pero por desgracia se nos ha escapado por muy poco, salvo milagro.
Todos nos ilusionamos cuando el equipo estaba a cuatro puntos del peligro y los marcadores nos favorecían: propios y ajenos. Todos vimos al equipo encadenar tres victorias consecutivas después de diez sin rascar bola y hasta hicimos las cuentas de la permanencia y nos salían.
A mí no me gusta la Primera División porque es un sufrimiento constante. Unas veces porque te has gastado poco bajas y otras por quedarte corto de vas al hoyo. Yo estoy con este Almería ascensor que pregonaron por igual presidente y alcalde de la ciudad. Subir y bajar y subir... pero siendo el mismo club. Aquello de enterrar equipos es algo que hemos vivido con asiduidad los que peinamos canas.
No es una desgracia bajar con los bolsillos llenos y volver a intentarlo. Mirar hacia arriba y ganar más de diez partidos una temporada se da en Segunda pero no siempre en Primera. Vamos a mantener el modelo. Vamos a apostar de verdad por la cantera y a fichar futbolistas que sientan los colores. Estamos en el buen camino y perder la categoría debe ser un agente motivante para tratar de volver a recuperarla.
Prefiero ser rico en Segunda que estar sin un duro en Primera. Si somos un equipo ascensor toca bajar y pulsar el botón de la Primera aunque se vaya la luz y nos quedemos averiados otro año en la categoría de plata.