Me quedo sin palabras ante la derrota del Almería en Granada. Hacía mucho tiempo que no me caía un partido encima y ha tenido que ser en Los Cármenes y en el último suspiro.

Creo que Lucas Alcaraz no merece esta derrota tan cruel y sus jugadores tampoco. Vale que el Granada nos pudo meter tres, pero el Almería hizo otros tres. Uno a la cruceta de Motta que era un golazo, no entró.

Hubiese preferido perder por 3 a 0 a caer en la última jugada del partido y ver como Los Cármenes era una fiesta gracias al Almería. Siempre igual. No aprendemos.

Van 9 derrotas esta Liga y fuera de casa dos empates y una victoria. No damos un disgusto a nadie. Estoy quemado y no me valen ni los brotes verdes porque siempre hay una ‘cagada’ que lamentar. Siempre hablando de estudiar y corregir después de suspender examen tras examen.

Me quedo sin palabras porque no se puede conceder una falta a un rival que no encontraba el camino del gol. Una pelota quieta en Los Cármenes en el 93 es jugar con fuego y el Almería se quemó.

Cualquier equipo con el 2-2 dice ‘hasta aquí menos llegado’ y no se juega un solo minuto, pero somos el Almería y volverá a pasar porque aquí nunca pasa nada y lo dejamos todo para la semana que viene. Había que darle una alegría a los seguidores del Granada. Como siempre. Quedando bien. Haciendo amigos.

Ya no me consuelan las sensaciones. Yo solo creo en los puntos y tenemos 19 porque tiramos a la basura el número 20 por no estar atentos en la jugada final. No se defendía con el alma. Metimos el culo en el larguero y perdimos el partido.

Ha pasado. Volverá a pasar. Dicen los entrenadores cuando llega el 2-2 en el 90 que “no se juega más” pero somos el Almería y siempre lamentando. Corrigiendo. Aprendiendo ¿para qué?

Prefiero perder 2 a 0 a terminar de esta forma cruel viendo defender al Almería de siempre. En esa jugada no vi al equipo de Lucas Alcaraz.