El Almería ofrece vitaminas al Mallorca
Ocasión perdida para acercarse a la salvación ante un rival directo
Tranquilidad es una palabra que no existe en el diccionario del Almería. El conjunto de Ramis perdió una gran opción de acercarse a la permanencia y ofreció la mejor vitamina posible al Mallorca: la victoria. No era el día. Desde el inicio se notaba que un equipo confiaba en ganar y otro se encomendaba a jugadas aisladas para poner en aprietos a Santamaría. Precisamente el equipo de Ramis fue quien facilitó las cosas al adversario. Supo aguantar las embestidas de un Mallorca herido con colocación, sobre todo en los primeros veinte minutos. A partir de ahí quisieron desperezarse y a jugar más en campo contrario. La única llegada, con lanzamiento de Quique desviado por el portero local, fue la única oportunidad de gol a lo largo de los noventa minutos. Querer y no poder. Perder en Son Moix estaba prohibido, pero a este Almería le gusta tener la soga al cuello y realizó un partido muy irregular, con ritmo de balón lento y jugando muy en horizontal, quizá justo lo que no quería Ramis.
El Almería, tímidamente, quería coger los nervios y la tensión del encuentro para llevárselos a su terreno. Imposible. Brandon Thomas recogió un balón cerca de la frontal, vio mal colocado a Casto Espinosa y lo ajustó al palo derecho. Cuando peores sensaciones tenían los bermellones, el cuadro almeriense le dio oxígeno.
En las finales hay vencedor y vencido, y al Almería, pese a que le valían dos de los tres marcadores posibles, se vio incapaz de empatar. El Mallorca se crecía y se lo creía con el paso de los minutos ante un rival que quería responder con poca cabeza y demasiado corazón. La fiesta fue total en Son Moix, y a los rojiblancos les tocaba agachar la cabeza y mirar hacia otro lado. No se podían sentir orgullosos del partido que habían hecho, porque hay muchas formas de perder, y esta vez no cayeron de pie.
Con el Mallorca manejando los tiempos, se acercaba el final del encuentro, y con él uno de los trenes de la permanencia. Hay dos formas de ver la botella de Ramis: medio llena porque pasa una jornada y la situación sigue siendo igual: dos puntos por encima del descenso; o medio vacía, ya que se desperdicia una gran oportunidad y crece en la tabla un Mallorca que pudo quedar hundido.
Ese Almería que en casa sabe comerse al rival desapareció en un Son Moix lleno. Habrá que ponerse la soga en el cuello para ver la mejor versión de los almerienses. El paso de los minutos fue consumiendo las esperanzas, pero como la fe es lo último que se pierde, habrá que volver a creer contra el Mirandés.