Cuando el pregón era de verdad
El ilustre periodista y escritor José Miguel Naveros llegó a escribir tres pregones de Feria

El escritor José Miguel Naveros redactó un hermoso pregón para la Feria de 1970.
El pregón ya no es lo que era, entre otras cosas porque la Feria ha ido perdiendo fuerza y sobre todo, se ha ido quedando sin alma y sin niños. No hay que buscar culpables, ni apuntar a los políticos de la decadencia de las fiestas, es simplemente la deriva de un tiempo donde ya no hacen faltan motivos de fuerza mayor ni excusas oficiales para irse de fiesta, perderse en la madrugada o reunirse con los amigos en la terraza de un bar.
Los excesos como trasnochar o beber más de lo reglamentario, que antes se guardaban para los días de Feria, son ahora el pan nuestro de cada día, el panorama de cada fin de semana cuando la vida social de la ciudad se celebra en los bares. Los adolescentes de hace cuarenta años esperábamos nerviosos a que llegara la Feria porque era nuestra única oportunidad de romper las reglas familiares y llegar tarde a las casas. Hoy cualquier joven de dieciséis o diecisiete años no tiene ningún problema para acostarse a las siete de la mañana tras una noche de jolgorio sin que sea Feria.
En este contexto de decadencia ferial, el pregón se ha convertido en un trámite y también en un problema para los responsables de organizarlo, ya que cada vez hay menos voluntarios para preparar un pregón que diga algo de verdad, que lleve un mensaje a la gente, que no sea un folio repleto de tópicos trasnochados que nos cuenten que los almerienses somos los más guapos, los más felices, los que mejor bailamos y los más generosos a la hora de abrirles nuestras puertas a los forasteros.
Hubo un tiempo en el que el pregón era de verdad, el acto que abría los festejos y se consideraba como uno de los grandes acontecimientos de la Feria. No hay nada más que repasar la lista de personajes que han escrito los pregones de Almería para darse cuenta cómo hemos ido dando pasos hacia atrás en la misma medida que la Feria ha ido perdiendo peso.
Uno de los ilustres que escribió un pregón para nuestras fiestas fue el recordado poeta y periodista malagueño Manuel Alcántara, que en 1958 nos decía: “Almería es una desértica dimensión de futuro, un territorio de esperanza. Entre la Chanca y el mar, una plana extensión de tierra amable, un nombre y unos hombres”, contaba. En sus proclama, Alcántara, se mostraba impresionado con la arquitectura de algunos arrabales de nuestra ciudad: “Acaso haya mucha Almería en la falda ocre y siena de la Chanca, donde improvisados Picassos albañiles inventaron, sin saberlo, el cubismo”.
En los años sesenta tuvimos pregones de gran calidad literaria, como el que compuso el ilustre escritor Manuel del Águila y el archivero municipal Bernardo Martín del Rey. En 1970 fue el escritor José Miguel Naveros el que nos dejó otro pregón para el recuerdo en aquellos años finales del Franquismo cuando los almerienses nos rasgábamos las vestiduras porque nos habían quitado nuestro título de Costa del Sol: “Estamos señor alcalde y pueblo de Almería en la Feria, un desencadenante en el que se manifiesta la licencia del pueblo. Un pueblo tan callado y sufrido, tan español, que en tiempos de fiestas y en días de trabajo abre sus puerta y dice: Almería es vuestra. Así también lo hizo cuando descubrió el nombre de Costa del Sol para adjudicarlo a todo el litoral mediterráneo”, escribió Naveros.
En 1973 fue el poeta de Chirivel Julio Alfredo Egea, el que nos dejó con la boca abierta con una prosa perfecta que bailaba en perfecta armonía con el verso: “Almerienses de apartados rincones de la sierra y el mar, llegando con su ofrenda de sudor cumplido. Turistas nórdicos, deslumbrados y sonrientes, gentes del cine, cazadores de luces únicas, oteadores de paisajes de leyenda...”
Contaba Julio Alfredo en su pregón que “Las fiestas en Almería son una multiplicación de sol por sonrisa, de cordialidad perenne por instante feliz, de sabiduría de pueblo antiguo por actualidad de alma enardecida. El resultado es Almería niña explotando el globo de su bullicio por el ferial; Almería moza perdida por el Paseo Marítimo bajo la mirada de San Valentín; Almería vieja, rascando en su piedra dorada una erupción de sol, sin querer desprender de sus almenas el estandarte del Zagal...”
En 1976 la ciudad tuvo el honor de tener como pregonero al genial Jesús de Perceval, que en su pregón hizo un hermoso recorrido histórico y acabó acordándose de nuestra Patrona: “Los almerienses tenemos como testimonio de nuestros padecimientos a la Virgen del Mar, que no llegó como las tormentas, los terremotos, las epidemias y las expoliaciones de tierra adentro, sino por la superficie tranquila de nuestro mar azul, por el mismo lugar que entraron a España las civilizaciones que le dieron sus características más esenciales, lo ibérico y los cristiano”.