Andan los vecinos de Torrecárdenas enzarzados en un dura guerra contra el consistorio pepero de Luis Rogelio Rodríguez por la construcción de un crematorio en el cementerio municipal. En principio creo que la tecnología apoya la instalación y que las medidas correctoras que se dan en los miles que existen en el mundo avalan lo manifestado por los técnicos. Otra cuestión es que los políticos se empeñen, y como ha manifestado el joven edil responsable: “Se va a montar el crematorio por narices, diga lo que diga el vecino de Torrecárdenas”. Menudo carácter el del concejal. Es el miedo que en más de una ocasión producen políticos de este cuño. La democracia para ellos es hacer lo que les dé la gana, pasándose por el forro de sus caprichos los deseos de los ciudadanos que les pusieron en el cargo que les dan de comer y encima les pagan la facturas. Si tenía alguna razón política y personal el edil, con expresiones así la pierde. Es evidente que si Luis Rogelio quiere construir el crematorio y no tener un problema con los vecinos, lo primero que tiene que hacer es cambiar al responsable político. Tengo la impresión de que el alcalde se está quedando sin negociadores de altura, y los que tiene ahora más parecen perdonavidas de barrio, con el talante escondido no sabemos dónde. Sin José Luis Aguilar y sin Paco Amizián, con Pablo Venzal pensando más en el Poniente y con María Muñiz de pelea con la policía local, no es muy claro el panorama negociador de Luis Rogelio. Hasta comprendo que quiera dejar la alcaldía, el problema es en qué manos la deja. Las listas, quién impone las listas.