La Voz de Almeria

Historias de Almería

De Almuñécar a Almería: un viaje de 145 años

José López Guillén, un ejemplo de emprendedor de raza, fundó una emprensa que sobrevive en quinta generación como espolón de proa del Puerto de Almería

José López Guillén llegó a Almería con 19 años  a trabajar en un almacén de coloniales y terminó creando un emporio económico.

José López Guillén llegó a Almería con 19 años a trabajar en un almacén de coloniales y terminó creando un emporio económico.

Manuel León
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Eduardo López Gay recordaba con casi 90 años a sus espaldas el ambiente portuario de la Almería de los barriles de uva que se embarcaban rumbo a las costas inglesas, escandinavas y americanas. La empresa que fundó su abuelo, José López Guillén, en 1880, es un de las firmas comerciales más antigua de la provincia con más de 130 años de actividad ininterrumpida.

Empezó como barrilería y consigna decimonónica de frutas y hortalizas y ha ampliado sus actividades a todo el gremio de la logística y a la producción de materiales de construcción y almacenaje y se ha apuntalado como una de las cinco principales empresas andaluzas del sector con centros logísticos y de producción en todo el sur peninsular.

Eduardo, hasta su fallecimiento patriarca de la empresa, nació en 1923 en la calle Reyes Católicos, en la casa que hoy es el bar El Quinto Toro. Hijo de Eduardo López Quesada e Isabel Gay Padilla. Era una morada antigua con escaleras de mármol donde se criaron siete hermanos: Isabel, Eduardo, Francisco, Rosario, Matilde, Manuel y Miguel. Uno de sus tíos y su padre estaban casados con dos hermanas Gay Padilla, hermanas del próspero consignatario Luis Gay Padilla.

Tuvo una infancia feliz hasta la Guerra Civil que fue brutal para todos. Asaltaron la casa de su abuela y se llevaron a su padre, Eduardo López Quesada, detenido al Comité Central y se salvó porque era perito de la casa inglesa Lloyds. En un bombardeo, la embajada británica reclamó al progenitor para dirigir la reparación del barco y así se libró de la cárcel, el mismo día del bombardeo alemán. Su padre era de derechas, católico practicante y su abuelo, José López Guillén, era republicano, seguidor de Segismundo Moret, pero murió antes de conocer la República de 1931, tenía como capataz a Francisco Godoy Calvo, el impulsor del PSOE y del UGT en Almería.

El fundador, López Guillén, era natural de Almuñécar y quedó huérfano con 13 años con dos hermanos más pequeños. Tras un breve paso trabajando en un almacén de coloniales en Algeciras, en 1870, antes de cumplir los 20, llegó a Almería para entrar de empleado en la tienda de paños del señor Babiloni, situada en la calle Real, y al poco tiempo empezó su actividad emprendedora en el Puerto que le hizo progresar por el momento dulce que vivía la exportación de grape almeriense y por su enorme capacidad de trabajo e inteligencia natural. Se casó con Rosario Quesada García, natural de Ugíjar con la que tuvo cinco hijos, tres varones y dos mujeres. Fue presidente de la Cámara de Comercio, del Casino, de la Junta de Obras del Puerto, vicepresidente de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad y de la Tienda Asilo que había en la calle Alcalde Muñoz donde realizó una labor bienhechora aportando su propio capital.

El inicio de la empresa López Guillén fue la construcción de barriles para el transporte de la uva y como consignatario de diversos puertos internacionales. Los productores bajaban en carros hasta el puerto y tras vender el género se rendían cuentas. Con los años se convirtió en proveedor de abonos y aperos de la cosecha.

Al morir José López Guillén en 1927, tras ser despedido en un funeral multitudinario, el negocio pasó a sus hijos José y a Eduardo López Quesada, primer alcalde Almería tras la Guerra Civil. Ampliaron la empresa como almacenistas y agentes de aduana. La empresa se fundó en la calle Hospital. Después pasó al Paseo, frente a la Plaza Circular, a la Rambla y desde hace más de una década está en la Plaza Carlos Cano, en Los Jardines de Medina.

Después de la guerra, el envase valía más que la uva y la empresa abandonó la construcción de barriles, justo cuando empezaron a aparecer los primeros barcos frigoríficos. Había también problemas para exportar la uva, porque coincidió con la Guerra Mundial. Por eso, el gobierno dio orden de consumir uva de Almería en los hoteles, por lo menos una vez a la semana.

El pequeño Eduardo, nieto del fundador, empezó a trabajar durante la Guerra para ganarse el sustento. Nada menos que como mecanógrafo de la agencia de noticias británica Reuters, en la oficina de Villa Cecilia, con el corresponsal Míster Philips. En 1938, con catorce años, era uno de los pocos almerienses que fue autorizado por el Gobernador Civil, Eustaquio Cañas Espinosa, para utilizar máquina fotográfica, de la marca Galeón, con película tamaño 6X9, para sus trabajo en la agencia.

Recordaba haber puesto el despacho de agencia por telegrama a Londres dando la noticia de que en los Llanos de Carchuna, cerca de Motril, un barco de pesca republicano había liberado a presos almerienses. También colaboró en lo que se llamaba la gota de leche americana. Entró allí por necesidad y le pagaban en especie. Se repartía el desayuno a los ancianos y lactantes y la merienda a los niños consistía en leche en polvo y harina. La oficina estaba en la Glorieta de San Pedro.

Con 15 años, acabada la guerra, el joven Eduardo reinició el Bachillerato en la Escuela de Artes. Tenía como compañeros a Juan Antonio Gómez Angulo, Miguel Garrido Peralta y Manuel Martínez del Pino. Hizo las milicias universitarias durante dos veranos en Montejaque y después estuvo seis meses de sargento en Almería. Después de graduarse en la Escuela de comercio, comenzó a trabajar en la empresa familiar y se casó con Asunción Godoy, a la que no tuvo que buscar muy lejos puesto que era vecina de la misma calle. Eduardo López Gay fue el segundo presidente que tuvieron los empresarios almerienses en Asempal, tras Juan José Moreno Alarcón. Dos de sus hijos, Eduardo y Luis López Godoy, son ahora los propietarios únicos de la sociedad, tras haber ido comprando participaciones a otros familiares.

Los descendientes del emprendedor oriundo de Almuñécar han protagonizado la vida social y económica con presencia en las principales instituciones de Almería durante más de un siglo. Su norma como empresa ha sido ir ampliando actividades y abandonando otras menos rentables, reinventando el negocio familiar durante cuatro generaciones. Sus hijos se han extendido al Puerto de Motril, en Huelva, en Archidona, con almacenes en otras comunidades y en Melilla. Su idea es que López Guillén, la empresa que fundó el bisabuelo, siga siendo un negocio cien por cien familiar. Es una de las empresas con la razón social más antigua de Almería y eso, como marca, vale más que todo el capital que pueda tener acumulado.

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