Volver a ser vírgenes antes de la boda
Medio centenar de mujeres se someten cada año a la reconstrucción del himen en Almería

Equipo de enfermeras que atiende en la clínica Trótula Ruggiero, donde se realizan este tipo de operaciones
Aunque resulte contradictorio, en muchas culturas la virginidad femenina todavía sigue siendo un asunto de hombres. Ocurre en el mundo árabe, en Asia, en algunos países de Latinoamérica, entre las comunidades cristianas más ortodoxas o entre los gitanos. A pesar de sus diferencias, hay algo en lo que todas están de acuerdo: en seguir manteniendo que el matrimonio cumpla en su inicio, como un rito, la demostración de la pureza sexual de la recién casada.
Sin embargo, en el seno de estas sociedades, cada vez hay más mujeres que practican sexo antes del matrimonio, aunque después se vean obligadas a guardar apariencias. Lo hacen para protegerse a sí mismas, para evitar un disgusto a sus familias y para salvaguardar las ilusiones del futuro marido. El precio que pagan por ello ronda los 1.200 euros. Es el coste de la himenoplastia, una sencilla operación de muy bajo riesgo que no precisa ingreso y que devuelve a la vagina a su estado original, previo a haber mantenido relaciones sexuales.
Samira (nombre supuesto) nació en Marruecos y tiene veintipocos años. Cumple el perfil tipo de mujeres que se someten en Almería a este tipo de operación: jóvenes menores de 30 años, una gran mayoría de ellas musulmanas -aunque también hay pacientes gitanas-, que están a punto de casarse y que no quieren poner en riesgo su boda si el futuro marido o la familia descubren que dejaron de ser vírgenes hace tiempo. “Jamás revelaré este secreto a nadie y mucho menos a mi futuro marido. Considero que es parte de mi vida sexual y no tengo por qué hablarlo. Creo que son los hombres los que me obligan a mentir”, argumenta.
El doctor Mario Pesaresi lleva practicando, de media, dos o tres himenoplastias al mes desde 2009 en la clínica Trótula Ruggiero de la capital, alrededor de medio centenar al cabo del año. Catedrático de Ginecología, Pesaresi es, a sus ochenta años, una eminencia en su campo y cuenta entre sus logros haber creado, en 1994, la técnica de la cesárea hemostática, que posibilitó que a partir de entonces nacieran en todo el mundo bebés sanos de madres con VIH.
Hoy explica que la reconstrucción de la fina membrana que cubre la entrada de la vagina es una cirugía sencilla pero llena de pequeños detalles que son imprescindibles para que el resultado sea óptimo. Por ejemplo, es aconsejable que la mujer se opere al menos un mes antes de la boda porque después de la intervención –que es indolora y apenas causa molestias a posteriori-, debe pasar por unos controles para que el médico compruebe que la cicatrización ha sido correcta y que puede retomar la actividad sexual.
Tradiciones estrictas
“A pesar de que la humanidad tiene una conducta más elástica hacia las tradiciones, algunas de ellas siguen siendo, todavía hoy, muy estrictas con respecto a este tema”, apunta. Por eso, como médico, insiste en que no se puede juzgar ni decidir por las mujeres que se someten a esta operación. “Lo que se juegan por un asunto de tradición y familia es más importante que el dinero que pagan”, señala, en idéntico sentido, Amalia Rodríguez, enfermera de la clínica Trótula Ruggiero.
La mudawana, ley marroquí para la regulación del estado civil, habla de la virginidad en el contexto de las formalidades administrativas que se deben cumplir antes del matrimonio. Pero, como también ocurre en el rito gitano donde el elemento más importante es la prueba del pañuelo, las tradiciones son bastante menos ‘discretas’ que la ley, sobre todo en lo que respecta a la costumbre de mostrar públicamente la ropa interior de la novia después de la noche de bodas. La más mínima duda acerca de su virginidad puede suponer un drama y un escándalo tanto para ella y su familia como para el marido. Tradiciones que por muy antiguas que puedan parecer siguen vigentes hoy día y que explican por qué, cada vez más, jóvenes a punto de contraer matrimonio pasan por el quirófano con el sueño de volver a ser vírgenes.