La Voz de Almeria

Almería

Las boquillas de latón de las fuentes, el nuevo objeto de deseo de los cacos

Más de 50 de estas piezas han sido sustraídas generando daños y un gasto de 15.000 euros en dos meses

Fuente de la plaza Francisco Saiz Sanz.

Fuente de la plaza Francisco Saiz Sanz.La Voz

Víctor Navarro
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Ser ladrón profesional exige método: planificación, horarios marcados, control de movimientos y una vía de escape. Algunos se especializan en bancos; otros, con la habilidad de un prestidigitador, sustraen carteras. Pero hay quienes dirigen esa profesionalidad hacia lo cotidiano: plazas y jardines.

En Almería, esta modalidad combina vandalismo y robo. Los delincuentes no buscan billetes ni joyas: se llevan las boquillas de latón por donde emanan los chorros de agua de las fuentes. Este botín no esconde grandes ganancias: el kilo de latón oscila entre 2,90 € y 3,60 €. 

Sin embargo, el impacto económico para la comunidad es elevado, entre reparaciones y reposición de las boquillas. De madrugada, recorren los barrios de la ciudad y fuente que ven, fuente que defenestran. Al amanecer, solo quedan tuberías mutiladas y mecanismos dañados.

Desde octubre hasta el 4 de noviembre, cinco fuentes ornamentales y media docena de fuentes para beber han sido afectadas por esta ola de robos.

Saqueo en la rambla Amatisteros y la rotonda de Ciudad Jardín

Las últimas fuentes atacadas se encuentran en la Rambla Amatisteros y en la plaza Francisco Sainz Sanz, la gran rotonda de Ciudad Jardín que une el Estadio Emilio Campra con la Avenida Cabo de Gata. Nada de agua brotando, solo metal arrancado y tuberías destrozadas. Detrás del vandalismo están quienes deben reconstruir lo que otros destruyen.

“La gente solo ve que la fuente está rota y piensa que es un problema de mantenimiento”, cuenta Pepe, técnico de la brigada de Parques y Jardines. Sus manos han documentado y reparado decenas de fuentes dañadas. “Nos lleva dos días devolver cada instalación a su estado original, y es trabajo que no estaba previsto. Al final, los vecinos ven una fuente vacía y personal trabajando, y creen que solo realizamos tareas rutinarias, cuando en realidad estamos solucionando daños provocados por terceros”.

Pepe no se anda con rodeos y califica lo que pasó en la fuente de la plaza Francisco Saiz Sanz como un “auténtico desastre”. Cuarenta y dos boquillas de agua nieve desaparecidas, más de 5.000 euros gastados en reponerlas y el circuito hidráulico completamente dañado —otros 900 euros del ala— que, al final, el contribuyente tendrá que sacar de su bolsillo en los próximos impuestos. ¿Dónde acaba ese botín rojizo de latón? “Lo venden en la chatarra”, sentencia el operario.

Al día siguiente

De las 110 fuentes que hay en Almería, entre el 70% y el 80% han sufrido actos de vandalismo. No son casos aislados: es una auténtica ola de destrucción. El Ayuntamiento ha presentado denuncia, y el Grupo 7 de la Policía Nacional investiga a los responsables. Y la ola no da tregua. 

El 13 de noviembre, un bebedero recién pintado en el parque Nicolás Salmerón amanecía al día siguiente sin grifo simplemente por tocar las narices. Cada acto deja su huella: plazas y parques que deberían ser de disfrute se transforman en espacios marcados por la frustración de quienes tienen que repararlas.

Algunas fuentes de Almería requieren medidas de protección especiales. La fuente de ‘Los Delfines’, declarada Bien de Interés Cultural, posee piezas y mecanismos antiguos que, en caso de pérdida, serían irremplazables. Por ello, los técnicos han solicitado en varias ocasiones la presencia de la Policía Local para garantizar su conservación cuando se vacía. 

De manera similar, en la fuente del Obelisco, en la Rambla, los operarios deben desmontar todas las boquillas durante cada mantenimiento para evitar robos. Estas acciones reflejan la necesidad de preservar el patrimonio urbano frente a la creciente ola de vandalismo que afecta a la ciudad.

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