La última tienda de comestibles de la calle Real renueva sus ilusiones
El negocio amplía sus instalaciones absorbiendo la histórica panadería de Diego

Tienda ‘La Memoria’, en la calle Real, junto al cruce de las Cuatro Calles.
En estos tiempos en los que nos hemos habituado a ver caer los pequeños negocios familiares que soportaban la vida vecinal de los barrios, en esta época de grandes supermercados donde nadie conoce a nadie y las cajeras no te miran a los ojos salvo para preguntarte si tienes la tarjeta de los puntos o si quieres una bolsa, la continuidad de una tienda cercana es un motivo de celebración, mucho más si se trata de la última tienda de comestibles que quedaba abierta en una calle eminentemente comercial como la calle Real, que en las últimas décadas había apostado únicamente por la hostelería.
Cualquiera que se dé una vuelta por esta avenida que une la zona del Parque con la manzana del ayuntamiento, puede comprobar que la franja central de la calle se ha ido quedando despoblada, sin grandes referentes comerciales, salvo la farmacia de las Cuatro Calles, la histórica panadería de Diego y enfrente la frutería de Manuela Tortosa. Le hacía falta un empujón, una idea nueva, un brote de ilusión para que la calle no se apagara del todo, y esa fuerza renovadora ha llegado gracias a que la frutería ha doblado su local y se ha transformado también en una tienda de comestibles y en una panadería.
El nuevo negocio es de los que abre la calle por las mañanas, ya que empieza a funcionar a las ocho, a esa hora en la que es posible ganarse la atención de los que madrugan para trabajar y sobre todo, de las madres que llevan a los niños al colegio y tienen a mano el bollo de pan recién hecho para el desayuno y la fruta del día, recién traída de la alhóndiga.

La nueva tienda es frutería, verdulería, comestibles y panadería.
La nueva tienda llevará el nombre de ‘La Memoria’, en homenaje a una de las fincas con más historia del pueblo de Felix, donde durante toda su vida trabajó el padre de la dueña del establecimiento. Manuela Tortosa cuenta que a su padre todo el mundo lo conocía como el Tío Luis, no se sabe por qué motivo, aunque se llamara Manuel, y que su vida laboral y sentimental estuvo tan ligada a aquellas tierras de ‘La Memoria’ que tanto ella como su hijo Manu, con el que comparte el mostrador, no han dudado en bautizarla con el nombre de la finca.
La tienda de la calle Real ha absorbido la antigua panadería de Diego, que durante los últimos treinta años ha estado funcionando en la acera de enfrente. De esta forma reúne en un mismo comercio la frutería, la verdulería, los comestibles y el pan, lo que ha supuesto una gran noticia para los vecinos que no tenían ningún lugar de referencia cercano para hacer las compras y sobre todo, para tener a mano un lugar de confianza donde además de comprar uno tiene la posibilidad de echar un rato de conversación y de medirle el pulso a la vida del barrio.
La renovación y ampliación de un negocio que no sea un bar, en un escenario como la calle Real, es un soplo de aire fresco para toda aquella manzana tan sometida por la hostelería. ‘La Memoria’ supone además una inyección de vida para ese tramo central de la calle donde en los últimos años no habían triunfado ni los bares.
La tienda es el único comercio que ha sobrevivido a la epidemia de COVID, junto a la farmacia de la esquina y el taller de tapicería de Marín, que sigue abierto convertido hoy más en una sala de exposición de muebles antiguos que un lugar de trabajo. Esta zona de la calle Real donde la soledad empezaba a hacerse insoportable, contrasta con la vitalidad del tramo pegado al Parque, donde negocios tan importantes como Casa Joaquín o el bar La Marina son una fuente constante de vida, y contrasta también con el exceso comercial de la parte norte de la avenida, donde la calle Real se va mezclando con la de Jovellanos, bautizada como la milla de oro de la tapa en Almería, un territorio exclusivo para bares.