La Voz de Almeria

Almería

Caritas de melancolía en la noche almeriense de Los Pecos

No hubo arrebato, ni pasión, ni sujetadores volando al escenario como antaño; hubo miles de cincuentañeros y sesentañeros almerienses que después de 40 años volvieron a ser adolescentes

Asistentes al concierto de Los Pecos en la Plaza de Toros de Almería, en una foto de Juanjo Leal.

Asistentes al concierto de Los Pecos en la Plaza de Toros de Almería, en una foto de Juanjo Leal.

Manuel León
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‘Háblame de ti, de la libertad’ y empezaron a alumbrarse los tendidos con las linternas de los móviles; estaban ahí, en medio del albero que estreno Lagartijo, en una noche estrellada, con chavalería de sesenta años que forraban sus libretas con la portada de Un par de corazones; estaban ahí, Los Pecos, los auténticos, en Almería: Pedro y Javier, aquel tocado con un bombín, mirándonos, con la mirada escéptica que dan los años, éste, con cabeza albina, sin el oro de antaño en el flequillo. Pleno en las gradas, pleno en las filas de butacas del ruedo, gente que quería volver a ser adolescente por una noche, gente llegada de Sorbas, de Mojácar, de Granada, de Murcia, de Melilla. Salieron al escenario puntuales, los hermanos Herrero, de oscuro riguroso, con las mangas de la chaqueta arriba Javier, como cuando lo entrevistaba Fradejas en Aplauso. Se han hecho mayores Los Pecos, como nosotros, como todos los que los escuchaban embelesados, a pesar de las limitaciones de la voz y de la necesidad de hacerse un bypass con un coro de voces rotundas. Estaban allí Los Pecos, en la noche almeriense, destilando almíbar en sus letras, como siempre, esas letras ñoñas, sí, pero nuestras; estaban allí Los Pecos, recordándonos lo que fuimos un día y que no volveremos a ser; sonaban ‘Acordes’, ‘Mi guitarra’, ‘Esperanzas’ “Señor, acuérdese de ayer” , trayéndonos el eco del primer cigarrillo, del primer beso, del primer suspenso, de nuestra habitación llena de Superpop y de Discoplay; sonaban Los Pecos, y aunque ya no son Frank Sinatra -nunca lo fueron- siguen teniendo algo tan simple como unas canciones capaces de fabricar nostalgia de la buena, de la de hace más de 40 años, cuando todos estábamos aún sin hornear; sonaba ‘Sentados en un banco de este parque’ y todos veíamos nuestro parque; sonaba ‘Y voló”, sonaba ‘Y decir que te quiero?, sonaba ‘Recuerdos’ y los hermanos de 64 y 62 años, retirados de las tablas desde el 86, dejaban a los almerienses cantando a capela. Volvieron Los Pecos a Almería y vibró esa Almería que fue adolescentes en los 70 y en los 80, esa que está a punto de jubilarse o se ha jubilado ya y que está criando nietos; esa que en la noche del sábado se puso unos vaqueros y una camiseta por fuera y se fue a la Avenida de Vilches a que un par de hermanos madrileños que nacieron del fenómeno fans  en 1978 les recordaran cómo eran entonces, cómo se emocionaban con las cosas simples de entonces. No les tiraron sujetadores a Los Pecos en la Plaza de la familia Cuesta, que gestiona con acierto haciendo casi lo imposible la empresa Siente La Plaza, no hubo pasión arrebatada, no, pero si hubo en Almería, entre sus seguidores de siempre, mucha carita de melancolía que no se creía, después de 40 años, que pudiera estar tarareando de nuevo las canciones de cuando iban al Celia Viñas y se peleaban con sus hermanos por el radio cassette. 

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