En la provincia de Almería , muchas personas comienzan el día con la preocupación  de cómo llegar a fin de mes. Para algunos, la pensión es mucho más que una ayuda económica: es la llave que les permite mantener su hogar, comprar alimentos y pagar la luz en los largos veranos andaluces. Son ingresos que sostienen vidas enteras de esfuerzo, pero que no siempre reflejan todo lo que han trabajado quienes hoy dependen de ellos. 

El informe del Instituto Nacional de la Seguridad Social y Migraciones(INSS), correspondiente al 1 julio de 2025, reflejan como las cuantías de la provincia ese sitúan por debajo de la media nacional. 

Brecha entre local y nacional

Almería se sitúa como la última de la lista entre las provincias andaluzas en torno a jubilación, y la tercera a nivel nacional, únicamente por encima de Lugo y Ourense. En cuánto a la viudedad, es la cuarta provincia de España, superando a Granada, Lugo y Ourense.

La provincia cuenta con 119.198 pensiones en vigor, de las cuáles 72.652 corresponden a jubilación y 29.104 a viudedad. La brecha entre las pensiones locales y la media nacional es alarmante. Mientras que el INSS muestra que la pensión media de jubilación en España es de 1.506,46 euros y la de viudedad es de 935,35 euros. En Almería la pensión media de jubilación es de 1.239,01 euros mensuales, mientras que la de viudedad alcanza 792,87 euros. 

En el caso de las pensiones de viudedad la brecha de los almerienses se encuentra por debajo de los 140 euros frente al resto del país. Los jubilados reciben una diferencia de en torno a 267 euros menos cada mes. Estas cifras generan un desafío para quienes dependen de ellas para cubrir sus necesidades básicas.

La cruda realidad de los jubilados en el campo

La problemática que surge en Almería deriva de que gran parte de su población jubilada proviene de realizar trabajos en el campo. Durante décadas, agricultores, pescadores y ganaderos, en su juventud, trabajaron junto a su familia o sin contrato. Esa falta de cotización durante años de esfuerzo provoca ahora que sus pensiones sean más bajas, al no quedar reflejadas en su historial laboral.

En el barrio del Alquián, Dolores Varón, vive en la casa de su hija. Desde que era una niña empezó a trabajar en el campo, cuidando animales y recogiendo tomates. “He estado toda mi vida trabajando fuerte y ahora me dan esta paga”, lamenta. Su pensión, poco más de 800 euros, apenas le alcanza y admite que si tuviera que pagar un alquiler “no llegaría”.

El Gobierno ha revalorizado las pensiones, siguiendo el índice de precios, pero la subida apenas ha servido para paliar la inflación y el encarecimiento de la cesta de la compra, de los alquileres y de los suministros. Maruja y Carmela Marcos, dos hermanas que viven en el mismo bloque que Dolores, también pasaron su vida trabajando, hoy sienten la misma pena: “¿Cómo voy a estar contenta?”, se pregunta una de ellas tras décadas de esfuerzo físico y mental.

Unas calles más abajo, Francisca Berenguel, recuerda esas tardes de barrio en Almería, cuando todos los vecinos sacaban una silla a su puerta para "tomar la fresca". Ella aún mantiene esa costumbre. “El autónomo en la agricultura está muy mal mirado”, dice con resignación. "A los 8 años, ya estaba en el campo trabajando, tenía yo mis primeros dientes", recuerda. Se siente agradecida con lo que tiene pero asegura que "no está reflejado" ya que ha sido una vida "muy esclava" .