¿Qué piensa del mundo y de la Iglesia el papable de Vélez Rubio? Desnudamos al cardenal Cristóbal López

El cardenal Cristóbal López Romero, junto al Papa Francisco en una imagen de archivo.
Se cree que en Marruecos no hay iglesias. Ni Iglesia. La realidad es que tiene dos catedrales en Tánger y Rabat, unas 25 parroquias, 15 escuelas católicas, Cáritas y una Delegación de Migraciones. Dice el obispo Cristóbal López que lo que hay son presencias cristianas: comunidades de tres religiosas en una ciudad de 100.000 habitantes. A veces celebran la misa casi solos.
Buceamos en sus reflexiones en la revista Vida Nueva. Su lenguaje es llano, periodístico, claro. Cardenal y no príncipe. A unos días del Cónclave en la Capilla Sixtina, Cristóbal sabe que hay quienes guardan la nostalgia del purpurado medieval. Son muy pocos, alerta, porque la mayoría asumen el Evangelio y el signo de los tiempos.
Los cardenales son más naturales de lo que se esperaba –se ha sorprendido-. Pero no todos:
"Se puede ser cardenal conservando un estilo de vida normal, sencillo, austero y próximo a la gente, disfrutando más de la pertenencia al pueblo y al Pueblo de Dios".
Relación con los musulmanes. Su consejo es explícito: respeto y profundización en el entendimiento:
"Qué buena ocasión esta del Ramadán para acercarnos a los vecinos, compañeros, amigos (...) musulmanes y desearles un buen mes".
Parejas homosexuales. Asegura que la Iglesia no debe juzgar. Solo acoger. Discernir. Abrazar. Y avisa: hay quienes no saben y prefieren la vía de la exclusión.
"La mayoría de los pastores (obispos, sacerdotes y diáconos) no están dispuestos ni preparados para seguir todo el proceso de acogida, discernimiento y acompañamiento. Prefieren soluciones fáciles y expeditivas: “Estáis en pecado, fuera de aquí” (quizás es caricatura, pero hago alusión al sacerdote que se proponía sacar a patadas a cualquier homosexual que viniese a su parroquia)".
Sobre las migraciones, tiene un mensaje contundente, radicalmente evangélico.
"En España tenemos la memoria corta (...). ¿Qué hubiera sido de España sin los tres o más millones de emigrantes enviando remesas para que sus familias comieran, fueran a la escuela y construyeran o compraran una casa".
Cristóbal ha reflexionado sobre la Iglesia en España. Se pregunta en voz alta cómo un país con libertad religiosa, televisión y radios, escuelas, hospitales, centros sociales y culturales de origen católico hay un “estrepitoso descenso de creyentes”. Y aduce:
"¿No se habla de Dios? ¿No se proclama su palabra? ¿No se pronuncia su nombre?".
Concluye con una frase controvertida:
"Sí, y mucho... pero “en vano”, inútilmente, incluso contraproducentemente".
De su afición al fútbol, cuenta el papable velezano que tiene un primo que era futbolista y llegó a jugar en Tercera División. Le gusta el balón y pronto empezó a redactar crónicas de pachangas.
"Cada semana compraba dos o tres veces un diario deportivo, con el que, a mis cinco años, mejoré mi capacidad de lectura y me aficioné a ella. Quizás de ahí nació mi vocación periodística, que quise ejercer a los 11 años redactando las crónicas de los partidos de fútbol que se jugaban en mi colegio cada fin de semana".
Advierte Cristóbal López de que en cada ser humano hay ideas contradictorias. Somos complejos.
"No a etiquetar en política: fascista, comunista, ultraderechista, izquierdoso, tradicionalista, zurdo, franquista, rojo, conservador, carca, progresista, terrorista... (...) ¿No sería un ejercicio sano dejar de etiquetarnos?".
De todos sus escritos llama la atención su apuesta por los laicos y su estilo propuesta poco clerical.
"La Iglesia en España funcionará mejor cuando haya 10.000 sacerdotes menos; si no, los cristianos laicos no tomarán la responsabilidad que les corresponde".
Cristóbal trabaja en una Diócesis casi vacía de fieles, pero si mira a Asia o a la África subsahariana o a la América Latina observa un catolicismo creciente, enérgico, expansivo, inclusivo.
"Cuando en Europa leo o escucho hablar (...) de la crisis de vocaciones, de la decrepitud de la Iglesia (...) pienso que un viaje a otras latitudes (...) le haría mucho bien a nuestras 'envejecidas' comunidades".
Sobre las críticas al Papa Francisco, una advertencia. Aunque la resistencia a Bergoglio ha sido escasa, es ruidosa y persistente. Y cuenta una historia increíble:
"He sabido, de fuente directa, de una comunidad religiosa en la que el papa ha sido Benedicto XVI hasta su muerte. Francisco era persona non grata, y sus escritos y el seguimiento de sus actividades estaban proscritos".
Los cristianos, proclama, son hermanos. De todos:
"Si un cristiano no cree que podamos vivir todos como hermanos, que se borre", sentencia.
Biografía
Nació en una casa de Vélez Rubio el 19 de mayo de 1952. Guarda devoción por la Virgen del Saliente de Albox. Tiene allí primos. Como Jesús, un policía jubilado. O como el sacerdote Francisco Ruiz, titular de la parroquia de Huércal-Overa. Con pocos meses su familia emigró a Barcelona. Ingresó en los salesianos de San Juan Bosco en 1964. Es teólogo, licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (1982) y sacerdote desde 1979. En La Verneda, un barrio gitano de miserias, principió. Y en 1984 se fue a Paraguay. En 2003 se trasladó a Marruecos, regresó a Bolivia (2011-2014) y volvió a España (2014-2017). El 10 de marzo de 2018 fue consagrado obispo de Rabat y el 1 de septiembre de 2019 fue nombrado cardenal por el Papa Francisco.
Sobre el Cónclave, hay signos que resultan informativos:
· Su Diócesis de Rabat recibió la visita del Papa Francisco en 2019.
· Tiene influencias entre el purpurado latinoamericano.
· Fue el obispo de Barcelona, Juan José Omella, quien le dio la ordenación episcopal.
· En las quinielas figura como candidato menor.
· No quiere ser Papa: "Habría que estar loco para quererlo".
· Si lo eligen, sale huyendo (Artículo 14): “(...) Salgo corriendo y me encuentran en Sicilia”.
Tras la despedida de Francisco, las congregaciones. Misas por el difunto. Nueve días. Y la fumata. El sucesor de Pedro. Cristóbal pide decidir en oración. Y se descarta. Pero quién sabe si el Espíritu Santo ha pensado en unas sandalias velezanas.