La Voz de Almeria

Almería

Más de 7.000 migrantes viven sin agua, entre chabolas y expuestos a las heladas

Aprovechan los materiales de los residuos para construir sus hogares junto al campo de Almería

Un hombre trabaja en el interior de un invernadero almeriense. Fotografía de G. N. Yacuzzi.

Un hombre trabaja en el interior de un invernadero almeriense. Fotografía de G. N. Yacuzzi.La Voz

Elena Ortuño
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Elena Ortuño

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En Almería el llamado 'mar de plástico' se extiende en un horizonte que parece no tener fin. Repartidos por más de 30.000 hectáreas, los invernaderos producen anualmente más de tres millones de toneladas de frutas y hortalizas, cosecha que da de comer al país y al continente. Estas estructuras, que se levantan como fantasmas de plástico ante el sol implacable de Níjar y El Ejido, esconden una realidad que no parece tener una pronta solución.

Según el último informe de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA), Almería es la provincia andaluza con más población extranjera. La cifra asciende a un 22,3% del total de sus censados, más de la mitad de los cuales proceden del continente africano (47,6%) y, especialmente, de Marruecos. Se trata de un número que, si bien es alto, no cuenta la historia completa. Y es que no existe ningún dato oficial sobre cuántas personas en situación irregular trabajan en el campo andaluz, aunque tan solo bajo el plástico de los invernaderos almerienses APDHA estima que hay más de 25.000.

Un grito de auxilio

La ausencia de datos reales no ha impedido que el equipo de APDHA se acerque a conocer la realidad de las más de 7.000 personas que viven en los asentamientos informales de Almería. En los campos cercanos a los cultivos se levantan infraestructuras precarias: viviendas hechas con los restos que los demás descartan. Plástico, cartón, palés... materiales reciclados que se convierten en las paredes y el techo de sencillas estructuras, cobijo de aquellos que, debido a la precariedad laboral y la falta de alternativas habitacionales, se ven obligados a vivir en chabolas.

La falta de agua potable, la escasez de electricidad y la inexistencia de saneamiento básico son solo algunas de las carencias que convierten estos asentamientos en lugares inhumanos para habitar. A estas se suman la amenaza constante de un incendio que podría arrasar con todo en cuestión de minutos o la falta de acceso a servicios sanitarios y educativos, algo que afecta al desarrollo de los más pequeños.

En Almería se contabilizan cinco asentamientos de infraviviendas. En El Ejido, se encuentra el paraje La Cumbre y el de la Loma del Viento. En contraposición, Níjar cuenta con uno más: Don Domingo, El Hoyo y La Fuente. La cronificación de esta situación, que convierte la vida en las chabolas en algo permanente frente a la idea de temporalidad planteada en un inicio, es un problema común en todos ellos.

Entre otras cuestiones, la asociación pone el foco en la gran complejidad con la que se choca el colectivo a la hora de intentar cambiar de vida: "Habitar en asentamientos cerca de los cultivos no solo tiene graves riesgos para la salud, sino que conduce a la exclusión social y a trabajos que dependen de la buena voluntad de los empleadores", destacan.

"¡Soluciones, ya!"

Carmen Vásquez, una de las investigadoras de APDHA, detalló en la presentación del Informe Frontera Sur 2025 los puntos necesarios para revertir la complicada situación de los migrantes, con el objetivo de que el enfoque de intervención de los gobiernos no se base solo en los desalojos, como ya pasó en el asentamiento de El Walili, en Níjar.

“Hay que buscar soluciones habitacionales a partir de la construcción de viviendas sostenibles y accesibles, regularización laboral y mejoras en las condiciones de trabajo, políticas inclusivas con programas específicos para mujeres y niños en situación de vulnerabilidad, un enfoque integral con coordinación entre las administraciones para hacer frente a esta realidad y una supervisión ambiental que establezca controles para minimizar el impacto negativo de la agricultura intensiva tanto en el entorno como en las comunidades afectadas”, enumeró.

Mientras tanto, los asentamientos de inmigrantes en Níjar y El Ejido constituyen una denuncia silenciosa, una llamada de atención de un sistema que se olvida de aquellos que no tienen cabida en las cifras oficiales. Y así, bajo el sol de Almería, la tierra sigue produciendo, y quienes trabajan para ella continúan esperando un futuro mejor que, por el momento, no se sabe cuándo llegará.

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