Otra ‘magistral’ chapuza en el centro de Almería
Un año después de su remodelación la zona sufre ya graves deterioros

Un vecino del barrio muestra el estado del pavimento que se terminó de arreglar hace un año.
Cuando hace un par de años anunciaron una importante obra pública en el entorno de la Almedina y la Alcazaba, algunos vecinos nos echamos a temblar sabiendo de antemano como se las gastaba nuestro Ayuntamiento, que en los últimos años en cuestiones de obras se había convertido en una sucursal de la marca Pepe Gotera y Otilio. Y no estábamos equivocados. Aquellos trabajos que cambiaron algunas plazas del casco histórico y el pavimento de las calles dejaron un reguero de chapuzas que han pasado a la historia. Sin ir más lejos, en la calle Molinero Cepero una vecina sufrió tres roturas consecutivas de la toma de agua en dos semanas, sin que ningún responsable de la obra acudiera a solucionar el problema. Después llegaron las chapuzas en los trabajos del entorno de la Plaza de la Administración Vieja y la calle Juez, cuyo pavimento, poco después de su bendición, presentaba ya serios desperfectos que hoy se han agravado con el paso del tiempo sin que nadie vaya a repararlos. A esta lista de errores se sumó el de los aparcamientos de la calle Arráez, que ya forman parte de la historia de las cosas mal hechas.
Tampoco han quedado contentos los vecinos del entorno de la calle Magistral Domínguez, donde las obras de mejora que apadrinaron el Ayuntamiento de Almería y la Diputación Provincial han terminado convirtiéndose en una magistral chapuza. 885.000 euros invertidos para un pésimo resultado. Hace un año que se marcharon del lugar los últimos obreros que trabajaron en ese tramo que comprende las calles de Cámaras, Memorias, Magistral Domínguez y Regocijos y el escenario ofrece un aspecto preocupante. Cambiaron el viejo pavimento por losas que no han dado resultado, no se sabe bien si por su calidad o tal vez porque las manos de los que las pusieron no eran precisamente las de expertos en la materia.
Hay losas levantadas, zonas donde el suelo ha cedido, un agujero en medio de la calle preparado para recibir una farola sin que nadie sepa donde ha ido a parar la farola; hay un alcorque con vocación de recibir un árbol, pero que no tiene nada más que el agujero; hay un amago de árbol que se ha quedado en un tronco enclenque como si hubiera pasado por él un huracán devastador; hay una tapadera de hierro de la alcantarilla general rota y hay, por encima de todo, una sensación de abandono entre los vecinos que tienen que sufrir los temblores del pavimento y de sus casas cuando de madrugada cruza un coche por aquellas calles. Uno de estos vecinos asegura que lleva un tiempo queriendo entrevistarse con la concejala responsable para informarle de los problemas que les ha generado la reforma, pero que solo ha recibido largas por parte de los subordinados de la concejala, que seguramente tendrá cosas mucho más importantes que hacer que recibir las quejas de un vecino cabreado.
A esa interminable lista de chapuzas municipales se suma también el estado de la remodelada Plaza de Cepero, muy transitada por los turistas que transitan por esas calles de camino a la Alcazaba. Se arregló, se mimó e inmediatamente se abandonó una vez que los políticos responsables ya habían sacado pecho por el éxito conseguido. Hace más de un año que alguien arrancó tres de los bolardos de piedra labrada que decoraban el perímetro de la plaza y todavía no han ido a colocarlos.