La transición entre los meses de febrero y marzo ha supuesto para la provincia de Almería la llegada de las ansiadas lluvias. Han sido más de diez días en los que el cielo ha dejado su carga de agua en un territorio necesitado tras muchos meses de sequía casi absoluta.

Las comarcas de Las Alpujarras y el Poniente han sido las más beneficiadas, con cantidades que en las zonas de montaña llegaron a superar los 80 litros por metro cuadrado.

El área de la capital acumula en esos diez días más de 30 litros por metro cuadrado, mientras que la zona del levante provincial ha sido el que menos precipitaciones ha recogido en este periodo húmedo con poco más de diez litros por metro cuadrado. En cualquier caso el episodio aún no se ha cerrado definitivamente y tanto este fin de semana como los próximos días pueden llegar de nuevo con lluvias.

¿Cambio de ciclo?
La pregunta es si Almería ha entrado en un periodo húmedo, dejando atrás la pertinaz sequía que ha afectado a la provincia durante los últimos años. La respuesta llega por parte de los analistas almerienses del clima integrados en el colectivo Cazatormentas: es pronto para definir si estamos ante un cambio de ciclo en lo que se refiere a las precipitaciones.

Lo que sí está claro es que la provincia ha sufrido uno de los periodos más largos de sequía del último siglo. El último episodio húmedo se produjo entre los años 2006 y 2011, pero desde ese año y hasta la fecha se instaló un periodo seco que dura ya siete años y que ha sumido a la provincia en una situación preocupante de escasez.

Siete años secos
En esos siete años sólo se ha producido un ‘impass’ en el año hidrológico de 2016, calificado como “algo húmedo” por los analistas. 2011, 2012 y 2013 fueron secos o muy secos; 2012 y 2015 secos y 2017 siguió la tendencia.

El año hidrológico que se estrenó el 1 de octubre de 2017 y que abarca hasta el 30 de septiembre de 2018 no ha supuesto una mejora en cuanto a la presencia de lluvias: de octubre a enero fueron meses secos, con la salvedad de noviembre. Esa situación dejan un déficit pluviométrico en toda la provincia, especialmente en el levante y la capital. Sólo la cuenca del Río Adra está en cifras normales, aunque por debajo de las medias históricas.

El régimen de lluvias no permite aventurar la recuperación de los recursos hídricos pero, según Eduardo Romay, aún no se ha alcanzado el dramatismo de la sequía de los años ochenta.