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El futuro del campo almeriense en jaque: ¿tienen los invernaderos los días contados?

El modelo intensivo, que a priori es la joya de la provincia, depende de la explotación de recursos naturales en peligro

Trabajadoras en un invernadero almeriense.

Trabajadoras en un invernadero almeriense.La Voz

Elena Ortuño
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Almería, la tierra del infinito mar de plástico y desérticas laderas que se acaban fundiendo en el horizonte con cielos soleados color cian. Almería, la provincia donde nació el llamado "milagro económico almeriense"; el lugar donde, durante décadas, la agricultura intensiva en invernaderos convirtió a una de las regiones más áridas y pobres de Europa en una potencia hortofrutícola referente a nivel mundial.

Aquel modelo, que llevó a la Almería del pasado al éxito, hoy muestra signos de agotamiento; un hecho que un grupo de investigadores se ha encargado de señalar para proponer después una alternativa que podría marcar el futuro del sector: aprovechar la rica agrobiodiversidad local, esto es, las especies tradicionalmente cultivadas en otro tiempo pero hoy olvidadas e incluso denostadas.

Un modelo en la cuerda floja

Los invernaderos de Almería ocupan más de 33.500 hectáreas y producen millones de toneladas de hortalizas cada año. Este modelo, que a priori es la joya de la provincia, depende de la explotación de recursos naturales que hoy en día están en peligro. Así lo han subrayado un equipo de investigadores formado por Antonio J. Mendoza-Fernández, profesor de Botánica en la Universidad de Granada; Francisco J. Alcalá, investigador científico en el Departamento de Desertificación y Geo-Ecología de la Estación Experimental de Zonas Áridas; y Antonio J. Castro, catedrático de Ecología en la Univesidad de Almería; todos ellos coordinados por Lorenzo Carretero Paulet, profesor de Genómica en la UAL.

Así, en su artículo, titulado 'Leveraging agrobiodiversity for sustainable transition in greenhouse-based intensive agriculture across Mediterranean drylands', abordan, entre otras cosas, el reto que supone el excesivo uso del agua subterránea almeriense, lo que provoca su sobreexplotación. Y es que aunque el sector almeriense presume de eficiencia en su gestión, esto no significa que sea sostenible.

Lorenzo Carretero-Paulet lo explica con claridad: “No hay que confundir eficiencia con sostenibilidad. El cultivo intensivo optimiza el uso del agua y multiplica la producción, pero sigue dependiendo de acuíferos, los cuales se sabe desde hace tiempo, al menos desde mediados de los 80 del siglo pasado, que están sobreexplotados, salinizados y contaminados por nitratos".

"No hay que confundir eficiencia con sostenibilidad"Lorenzo Carretero Paulet

El investigador apunta además que los ocho cultivos principales de los invernaderos de Almería son en general cultivos poco resilientes al cambio climático, ya que requieren mucha agua e insumos: "Hace tiempo que la sobreexplotación de los acuíferos superó su capacidad de regeneración natural; un fenómeno que se ve agravado por el cambio climático, que en el sudeste de la península se manifiesta, por ejemplo, a través de un incremento en los episodios de sequía meteorológica".

La escasez hídrica no es, sin embargo, el único reto que se señala en el informe. Además del agua, el sistema intensivo almeriense requiere arena para el enarenado y plásticos para los invernaderos, lo que genera problemas de erosión, contaminación y residuos difíciles de gestionar.

Un hombre trabaja en el interior de un invernadero almeriense.

Un hombre trabaja en el interior de un invernadero almeriense.Giuliano Yacuzzi

Cabe recordar, además, de que a todo esto se suma un reto económico y social: a pesar de generar riqueza, muchas zonas agrícolas de la provincia siguen entre las más pobres de España. “El sector está inmerso en una crisis de rentabilidad, con precios a la baja, fuerte competencia externa y una fuerte dependencia de la mano de obra inmigrante en condiciones precarias”, apuntan.

¿Cuál es la alternativa?

No todo está perdido. El estudio propone un modelo complementario: diversificar la producción con especies menos dependientes del agua y más resistentes a condiciones extremas. En lugar de basarse solo en cultivos anuales de invernadero, se plantea recuperar especies tradicionales de la región, como el algarrobo, la higuera o la granada, e introducir otras como el pistacho y la moringa.

Estos cultivos, conocidos como “huérfanos” porque han sido olvidados en la agricultura moderna, tienen varias ventajas, entre las que se encuentran su potencial para recuperar los suelos degradados y para combatir la desertificación. Se trata de especies leñosas y perennes que no necesitan ser replantadas cada año, además de que ofrecen un alto valor en el mercado y logran diversificar la dieta. Algo evidente, además, es que su producción reduce el uso de plásticos y de otros insumos. Son, en síntesis, variedades óptimas para crecer en las zonas áridas y semiáridas de la península en general, y en Almería en particular; perfectas para reducir la huella de carbono de las explotaciones agrícolas.

Una higuera dando higos.

Una higuera dando higos.La Voz

El reto del cambio

Que la transición no es fácil lo sabe Carretero. Según el investigador, existen barreras económicas y culturales que frenan la adopción de estos nuevos cultivos: “El modelo agrícola almeriense basado lleva más de 60 años con nosotros, forma parte de las señas de identidad de la provincia, y ha sido un modelo de éxito económico y social, ayudando a superar la pobreza en la que se encontraba nuestra provincia en los años 50 del pasado siglo. Es difícil cambiar esta inercia", explica.

Cambiarlo requiere tiempo, incentivos fiscales y una campaña de concienciación que empiece a cambiar las prioridades de los almerienses, ya que "muchas de estas especies tardan años en ser productivas". Sin embargo, insiste en que no se trata de sustituir por completo el modelo de invernaderos, sino de complementarlo. “A largo plazo, los agricultores, políticos y la comunidad en general tendrá que integrar factores como la rentabilidad, la diversificación de la dieta y la producción agrícola, el valor añadido del cultivo o su impacto ecológico positivo”, enumera.

Imagen de archivo de un invernadero.

Imagen de archivo de un invernadero.La Voz

El laboratorio del futuro

La idea de diversificar la agricultura de Almería no solo busca garantizar su supervivencia económica, sino también convertir la provincia en un referente de sostenibilidad. Almería se posiciona así como un ‘laboratorio’ ideal para proponer un nuevo modelo agrícola que concilie la seguridad alimentaria y la sostenibilidad. Aún queda mucho para resolver la incógnita de cómo será el futuro del campo almeriense. Lo que es seguro es que el modelo actual necesita soluciones, y la agrobiodiversidad podría ser la clave.

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