En el corazón de la sierra de los Filabres, dominando el paisaje, se alza uno de los castillos más espectaculares de la provincia de Almería. 

Su silueta robusta y perfectamente geométrica ofrecen una imagen que podría pertenecer a una novela de caballerías o a una serie de fantasía medieval. 

Pero se trata de un castillo auténtico, con siglos de historia y una arquitectura singular. Solo que con un matiz inesperado para quienes desearían explorarlo: es propiedad privada, no se puede visitar.

El castillo de Gérgal, cuya construcción actual data de la primera mitad del siglo XVI, se levanta sobre los restos de una antigua fortaleza musulmana. 

Su origen responde a necesidades estratégicas, ya que se ubicaba en un cruce de caminos entre el valle del Andarax y el acceso hacia Tabernas, Fiñana y el corazón de los Filabres. Esa posición dominante lo convirtió en punto clave de vigilancia y defensa desde época nazarí y durante la Reconquista cristiana.

La estructura del castillo es sobria pero imponente: planta cuadrada, con cuatro torres ultrasemicirculares en las esquinas y un bastión semicircular añadido en uno de sus flancos. El volumen más alto es el cuerpo central, que se eleva sobre el resto del conjunto, mientras que las torres y el bastión apenas alcanzan el primer piso. 

La distribución interior es simétrica, organizada en cuatro espacios cuadrados iguales. Rodeando el edificio principal se alza una muralla almenada, de factura reciente pero bien integrada visualmente, fruto de la restauración que se ha llevado a cabo en las últimas décadas.

Aunque fue escenario de importantes episodios históricos, como la Rebelión de los Moriscos en 1568 o las amenazas de corsarios en los siglos posteriores, el castillo vivió siglos de abandono hasta su restauración en el siglo XX y su acondicionamiento como vivienda privada con acceso restringido.

Pese a que no se puede visitar por dentro, su silueta sigue atrayendo miradas desde la carretera, siendo un ejemplo sorprendente de arquitectura bajomedieval perfectamente conservada en pleno corazón de Almería.