Almería está llena de rincones que sorprenden. Desde desiertos que se convierten en el Oeste americano hasta calas escondidas entre acantilados del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar. También hay pueblos en la montaña que conservan su arquitectura tradicional, fortalezas que dominan la costa y espacios urbanos que sorprenden por su diseño y su atmósfera. 

Entre ellos, algunos rincones destacan por transmitir una sensación difícil de describir, pero fácil de reconocer: la de estar en un lugar especial. Y este es uno de esos lugares.

A primera vista, su arquitectura recuerda a algo sagrado, íntimo. Cuatro muros de color blanco intenso se alzan formando arcos ojivales que parecen sacados de otro tiempo y otro lugar. La luz se filtra entre sus formas creando sombras suaves que invitan al silencio. Es un espacio abierto, pero recogido. Sencillo, pero cargado de intención. Todo en él invita a caminar despacio, a mirar con calma y a dejarse llevar.

No es solo una plaza: es también un mirador. Desde su extremo se abren vistas que alcanzan el mar de plástico que define gran parte del paisaje agrícola del Poniente Almeriense. 

'Street art', vegetación y elementos textiles conviven en armonía con la arquitectura de los muros, logrando una fusión entre tradición, arte y paisaje. Es también uno de los símbolos del esfuerzo municipal por promover el arte, la cultura y el turismo.

A los pies de la iglesia de San Benito en el casco antiguo de Vícar, la plaza del Cerrillo puede presumir de ser uno de los lugares más mágicos de toda la provincia de Almería.

No es extraño que este lugar se haya convertido en escenario de uno de los eventos más singulares del municipio y de toda la comarca: 'Paseando entre velas'. Durante esa noche, miles de puntos de luz transforman el entorno, iluminando calles, rincones y fachadas. 

Espectáculos, música en vivo y un gran número de actividades acompañan a los visitantes mientras recorren el casco histórico del municipio y la plaza se convierte en un lugar aún más íntimo, casi irreal.

Vícar forme parte de la Red de los Pueblos más Mágicos de España, un reconocimiento reservado a localidades que conservan su autenticidad y ofrecen experiencias únicas. Cuando uno llega aquí, no hace falta mucha explicación: basta con mirar alrededor, quedarse unos minutos y dejar que el lugar hable por sí solo.