¿Es teatro? ¿Es música? ¿Es poesía? ¿Es una performance? ¿Un cabaret poético-musical? 'El ratón y la ratonera' es todo eso y, al mismo tiempo, nada de eso. Es inclasificable. Y esa es precisamente su seña de identidad. 

17 años después de su última aparición sobre un escenario, este grupo almeriense regresa con un nuevo espectáculo, con la misma libertad creativa de entonces y con una energía que no ha hecho más que madurar con los años.

La cita será el próximo jueves 29 de mayo a las 20:00 horas en la sala principal de Clasijazz, en Almería. Allí se producirá el esperado reencuentro con un público que aún recuerda su primera etapa, entre 2006 y 2008, cuando sorprendieron con propuestas tan originales como arriesgadas, que rompían las barreras entre disciplinas artísticas. 

En aquella etapa, cosecharon un notable reconocimiento, llegando a alzarse con los Premios Acteón 2007 a la mejor obra, por 'Pequeño tren de poesía y música', y mejor actor, para Ricardo Teva.

Ahora vuelven con 'Luchas, nostalgias y desvaríos', una creación que ellos mismos describen como “un espectáculo que no pide permiso ni da explicaciones”. 

Una obra sin moralejas ni verdades absolutas, que apuesta por la poesía, la música y el teatro como herramientas para mirar la vida con sensibilidad, belleza y locura. Nace de la nostalgia que dejan los años, de los inevitables desvaríos que acompañan al proceso creativo y de las luchas personales y colectivas que inspiran el arte con mayúsculas.

Sobre el escenario, seis artistas tan versátiles como apasionados: los actores Ricardo Teva y Jesús Almedros; la joven cantante Mar Ibáñez; la pianista Silvia Sánchez; y los guitarristas Mark Jensen y Luis Ibáñez, que además se atreven con el violonchelo, el cajón flamenco o el tambor de lengüetas. 

Juntos crean una experiencia que mezcla textos de Lorca, Bukowski, Walt Whitman o Cristina Peri Rossi con música de Piazzolla, Leo Brouwer, Liadov, Love of Lesbian o Rosendo. Todo ello sin filtros, sin miedo y sin etiquetas.

“Cuando todo se derrumbe, quedará el rock and roll”, dicen ellos. Y también la poesía. Y el teatro. Y la belleza. Porque si algo demuestra 'El ratón y la ratonera' es que el arte no tiene que ser definido para ser profundamente necesario. Y que después de 17 años, todavía hay espacio (y necesidad) para lo inclasificable.