La Voz de Almeria

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La almeriense que enseña diversidad sin fronteras: de Londres a Casablanca con un indalo en la mano

Victoria Ferdi ha trabajado en varios países y escribe libros infantiles para romper estereotipos. Todo empezó fregando platos en Londres

Victoria Ferdi en la librería Zebras presentando su cuentacuentos

Victoria Ferdi en la librería Zebras presentando su cuentacuentosVictoria Ferdi

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En una calle perdida de Casablanca, en Marruecos, las flores y el jardín de una de las viviendas destacan por su viveza. Cuando cruzas el umbral de la puerta, el interior del hogar está repleto de cuadros coloridos y originales. Pero, entre todos, uno de ellos resalta por lo que representa: la unión de tres países, a través de tres ciudades y tres culturas diferentes entre sí. Gran Bretaña, Marruecos y España. Birmingham, Casablanca y Almería. 

Es una casa en la que la vida ha entrado sin llamar. En ella, vive Victoria Ferdi, una almeriense de 38 años, maestra de inglés en un colegio británico en Marruecos, escritora de cuentos infantiles inclusivos en cinco idiomas y una persona, con un indalo tatuado en la mano, para la que su tierra significa, según cuenta para La Voz, una sola palabra: “hogar”. 

Cuadro pintado a mano por Ferdi, uniendo Almería, Casablanca y Birmingham

Cuadro pintado a mano por Ferdi, uniendo Almería, Casablanca y BirminghamVictoria Ferdi

Una vida contada por países 

La voz de Ferdi suena al otro lado del teléfono con el acento de una almeriense que lleva trece años de su vida fuera, pero que nunca ha soltado su ciudad. Cuando le preguntas con qué había soñado siempre, ella responde que con ser maestra. Lo tenía claro. También estaba convencida de que su futuro estaría lejos de casa. 

—¿Cómo decidió dar el paso y dejar Almería?

—Siempre soñé con ser maestra, pero también sabía que quería salir de Almería. Por eso, cuando acabé magisterio e hice un máster, decidí irme a Londres y empecé fregando platos

Luego vino la barra de bar, un ascenso a supervisora y después el camino de vuelta a la educación: niñera, auxiliar en el aula y, finalmente, docente en Reino Unido. Pero no se quedó quieta. Londres no le bastó. En Dubái, vivió un choque cultural. En Alemania, la dureza: “No conocía a nadie y todo era cuesta arriba”. Allí aprendió alemán desde cero y consiguió un C2 para poder ejercer su profesión. Ahora, mirando con perspectiva, afirma que nadie la puede parar. Sin dramatismo. Pero con convicción. 

Cuando los cuentos no incluyen a todos 

Tampoco imaginaba que un día escribiría cuentos. Solo estaba segura de una cosa: “Todos venimos a este mundo para ser felices”. Siendo este su deseo, en Alemania nació la idea de crear su propia colección infantil, en la que cualquier niño pueda sentirse incluido: 'Emma, Tom and friends'. 

La necesidad de escribir no partió de una intención de cambiar el mundo a través de la literatura o de influir en los niños. Era algo más íntimo, más concreto. Sus relatos no adoctrinan, acompañan. No dan lecciones, abren posibilidades. Hay familias con dos papás, dos mamás o un padre soltero, “sin estereotipos”, como señala la autora. 

—¿Qué le gustaría que pensara un niño al terminar uno de tus libros?

—Me gustaría que se sintiese especial, que se amase. Con eso estaría feliz.

—Si pudiera definir sus obras en una sola palabra, ¿cuál sería?

—Diversidad o amor propio. 

Libro “A Emma le gusta el fútbol” de Victoria Ferdi

Libro “A Emma le gusta el fútbol” de Victoria FerdiVictoria Ferdi

Resistencia almeriense

Pero escribir sobre diversidad en ciertos contextos no es fácil. En Marruecos, no está permitido mostrar sus libros. Tan solo puede enseñar uno en las aulas, al que debe quitarle una página. En Estados Unidos, dos celebridades que leen cuentos en redes también se negaron a leerlos. 

—Ellas me dijeron que no eran apropiados para niños. No querían enseñar a sus hijos que ser diferente está bien. Debían mimetizarse con el resto para no sufrir.

No obstante, también hay alegrías. Sarah Ferguson, duquesa de York, eligió 'A Martín le gusta cocinar' para leerlo en su canal de cuentacuentos. Esto fue un antes y un después en el que Ferdi se dio cuenta de que escribir para ellos —para los más pequeños— es una forma de cuidarlos.

—Mi deseo es que permanezcan como llegaron al mundo: sin juzgar, sin odiar, sin prejuicios. 

Sarah Ferguson con el cuento de

Sarah Ferguson con el cuento de "A Martín le gusta cocinar" de Victoria FerdiVictoria Ferdi

Almería, siempre

Aunque hoy enseña en Marruecos, su raíz sigue estando en Almería. No hay nostalgia sobreactuada. Vuelve cada tres meses. No necesita más que eso: “Gente, temperatura, comida. No necesito grandes planes. Almería es diferente”. Asimismo, su vínculo con su ciudad no se rompe. Realiza una colaboración en Deportes COPE Almería, recomendando un libro cada semana.

Por todo ello, aunque ha cruzado medio mundo —Londres, Dubái, Alemania, Casablanca— la idea de volver siempre está presente. Su sueño es uno: “Jubilarme temprano en Almería y quedarme allí”. Regresar a lo sencillo. A lo que conoce. Y, quizá, por todo lo vivido responde a una última pregunta y sabe lo que le diría a su “yo” de hace años. 

—Si pudiera mandar una carta a su “yo” de hace trece años, ¿qué le escribiría?

—Que puedes con todo, cosa que no sabías. Puedes descansar, pero no te rindas —lo dice con ternura, como si hablara con una amiga que aún no ha vivido lo que viene—.

Es una respuesta breve, pero no le falta nada. En ella caben todas las ciudades, los comienzos de cero y las veces que se sintió fuera de lugar o invisible. Y, en ella, también hay hueco para la maestra que es hoy y para la niña de Almería que jugaba a serlo mucho antes de que supiera lo que costaba conseguirlo.

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