Era el día de ganar. Y se consiguió. Embarba y Arribas expulsan las dudas. El Almería lo tenía todo en contra y la flecha volvía a apuntar claramente hacia abajo encajando un gol, la lesión de Dion Lopy, el VAR quitando un penalti y ocasiones que se iban fuera o a las manos de Rubén Yáñez. Un error, una roja y un golpe de corazón y fútbol para remontar y decir “no” a una dinámica que preocupaba.

Porque el Almería volvió a ser el de siempre, mostrándose ofensivo y con presencia en campo contrario para generar oportunidades, pero no hubo tanta chispa porque Baptistao se vio frenado por los centrales y Melamed no aprovechó las suyas. El Sporting dio el peso a Lopy, que no llegó a la media hora por una lesión muscular. Gaspar Campos, previa acción combinativa visitante, abría el marcador y Rubi movía ficha con Gui.

Al Almería le costó volver en las transiciones defensivas, en especial por la banda de Chirino, viéndose superado varias veces por Gaspar. El técnico cambió a Embarba de banda y después de asimilar el mazazo anímico el Sporting se vio empujado atrás. Baptistao y Melamed tuvieron en sus botas la igualada antes de que llegase el descanso.

Del golpe del gol a la reacción

Los almerienses ya empezaban a sentirse cómodos en el juego, no en el resultado. La polémica llegó con un penalti que Pérez Hernández señala en primer lugar de Justin Smith. Ávalos Barrera, desde el VAR, le llama e interpreta que no interfiere en el lanzamiento a puerta y no se señala la pena máxima. No es suficiente, como tampoco lo fue la de Bonini hace una semana en Valladolid. Todo es un lío.

Al Sporting se le atragantó el partido por un doble error de Guille Rosas. El lateral vio dos amarillas evitables. La primera por meter un balón en el campo y otra por entrar en el mismo sin autorización del árbitro cuando se había tirado al suelo junto al banquillo.

Rubi se adelantó en los cambios

Rubi, que había leído antes lo que requería el choque, metió al revulsivo Arnau Puigmal y la banda derecha fue un puñal con el catalán y Chirino. Cambió de ritmo claramente el Almería y Adri Embarba, con un brazalete de capitán que le viene de perlas porque asume la responsabilidad en todo momento, empataba con un disparo marca de la casa desde la frontal del área. Darle medio metro a este futbolista es demasiado. 

A partir de ahí el Sporting quiso bajar el ritmo y las pulsaciones, pero Rubi, tan señalado otras semanas, clavó las sustituciones. André Horta ve un fútbol distinto y un pase largo a Arnau Puigmal ve el pase atrás para Sergio Arribas, quien no perdona al portero. Delirio en las gradas y remontadas de las que unen y hacen creer.

Superioridad y control

Antes de la roja a Guille Rosas el Almería se sentía superior. Supo gestionar los últimos minutos con uno más y el Sporting metiendo balón largo. No se podía escapar el triunfo. Corredera, fruto de la desesperación, dejaba a su equipo con nueve. En esta ocasión la plantilla manejó las emociones perdiendo, empatando y ganando. Es la primera piedra de un Almería mejor que se niega a entregarse.

A Thalys le queda bastante por trabajar, pero también se puede vencer sin un ‘9’ que marca 27 goles.