El cáncer lo cambia todo: altera la rutina más cotidiana, desbarata los planes de futuro y obliga a vivir con una nueva mirada hacia lo inmediato. Pero, incluso en medio de la incertidumbre, también se abre una rendija por la que se cuela la esperanza. Esa esperanza se ha sentido esta mañana en la sede de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) en Almería. Allí se ha celebrado un acto en el que investigadoras, pacientes y responsables de la entidad han compartido un mismo mensaje: la investigación no es solo un concepto abstracto, sino un camino real que puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, entre la desesperanza y la posibilidad de un mañana.

“Cuando la Asociación Española Contra el Cáncer comenzó hace 72 años, la supervivencia apenas alcanzaba al 25% de los pacientes. Hoy, gracias a la investigación, ese porcentaje ha subido al 55%. Nuestro objetivo para 2030 es salvar a 7 de cada 10 personas”, ha afirmado Magdalena Cantero, presidenta de la AECC en Almería, al abrir el encuentro. Sus palabras han resonado con fuerza en la sala, por el peso de las cifras y porque se ha recordado que detrás de cada número hay vidas, historias y familias que dependen del avance científico.

Captar talento 

Cantero ha subrayado que la AECC es la organización que más fondos destina a la investigación contra el cáncer en España: “Son 143 millones de euros invertidos en 750 proyectos, con la implicación de 2.300 investigadores. Solo en 2024 se han registrado 366 avances frente al cáncer y, actualmente, hay en marcha 27 ensayos clínicos en tumores de baja supervivencia”. Son cifras que, más allá de la magnitud económica, ponen de manifiesto una apuesta sostenida en el tiempo, capaz de generar conocimiento y de transformar la vida de miles de pacientes.

En el caso de Almería, esa apuesta adopta un cariz muy especial: aquí el desafío no es únicamente apoyar proyectos, sino retener y atraer talento joven que pueda desarrollar su carrera científica sin tener que marcharse fuera. Para ello, la Universidad de Almería (UAL) se ha convertido en un aliado clave. La AECC ha destinado ya 400.000 euros a la financiación de proyectos, un esfuerzo que sería imposible sin la implicación de la sociedad almeriense, que responde a través de casi 10.000 socios activos, donaciones anónimas y el compromiso de numerosas empresas. Cada aportación se convierte en una pieza que sostiene la investigación en la provincia y que permite a los jóvenes investigadores abrirse camino en un ámbito donde la constancia y los recursos marcan la diferencia.

Becas postdoctorales

La cita ha servido para poner rostro al trabajo que realizan las jóvenes investigadoras que, gracias a las becas de la AECC, pueden desarrollar sus proyectos en la UAL. Dos trayectorias distintas pero complementarias, unidas por un mismo objetivo: aportar conocimiento que se traduzca en esperanza.

Por un lado, Alba Esteban, graduada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y ganadora de la primera beca postdoctoral, ha explicado que su proyecto se centra en evaluar los efectos del ejercicio físico en pacientes con cáncer de mama. Con un tono sereno pero entusiasta, ha relatado cómo su investigación está ya en la fase final: “Estamos en la fase final del estudio y pronto publicaremos las conclusiones. El ejercicio es seguro incluso en pacientes oncológicas y puede tener un efecto protector que mejora la calidad de vida. Lo importante es que se recomiende como parte del tratamiento”.

Su intervención ha dejado entrever la solidez científica de su trabajo y la emoción personal de poder desarrollarlo en la misma institución donde se formó. “Es una suerte poder seguir investigando en la UAL. No en todas las universidades españolas se impulsa este tipo de proyectos y gracias a la AECC podemos hacerlo. Estoy eternamente agradecida”, ha subrayado, evidenciando cómo detrás de cada proyecto hay también una historia de arraigo y compromiso con la tierra.

Por otro lado, junto a ella, ha estado Celia García, graduada en Biotecnología y segunda becaria postdoctoral, cuya línea de investigación se adentra en un terreno distinto: el estudio del cáncer de colon, a través del perfil metabólico de pacientes sanos y enfermos. “Buscamos diferencias que puedan servir como marcadores para un diagnóstico más temprano. Esta enfermedad se diagnostica tarde y con estos marcadores podemos avanzar hacia una medicina más personalizada”, ha explicado.

García ha puesto en valor la importancia del trabajo en red, de la coordinación con los profesionales del Hospital Torrecárdenas y del contacto directo con los pacientes, que aportan sentido a cada análisis en el laboratorio. “Trabajar con los pacientes y con las áreas implicadas es esencial. Esperamos que los resultados que obtengamos supongan un aporte real en la lucha contra el cáncer de colon”, ha señalado, dejando claro que la ciencia no avanza sola, sino que necesita de un engranaje colectivo donde cada pieza resulta imprescindible.

Una paciente en ensayo clínico

El momento más emotivo de la mañana lo ha protagonizado María del Mar Estévez, paciente oncológica que participa en un ensayo clínico iniciado en febrero. Con la voz serena pero cargada de significado, ha compartido cómo la investigación se traduce en algo tan concreto como la posibilidad de vivir mejor: “Estaba con un tratamiento que me afectaba a los huesos. Este nuevo fármaco me da más calidad de vida. El cáncer de mama metastásico hace nada no tenía salvación y yo soy un ejemplo de que sí se puede. Gracias a los que investigan nosotros podemos probarlo y sobrevivir”.

Sus palabras, sencillas y directas, han arrancado un silencio respetuoso en la sala. No hablaba de datos ni de porcentajes, sino de una experiencia en primera persona que da rostro a los avances científicos. Emocionada, ha añadido: “Solo puedo dar las gracias. Empecé en abril con el tratamiento, me quedan cuatro años por delante, pero los resultados hasta ahora son totalmente positivos”. Un testimonio que condensa, en apenas unas frases, la importancia de lo invertido en investigación: porque detrás de cada ensayo clínico hay pacientes que recuperan la esperanza y un futuro que vuelve a ser posible.

Un futuro con más proyectos

Antes de concluir, Cantero ha adelantado que en los próximos días se dará a conocer el nombre de la tercera investigadora que se sumará a los proyectos de la AECC en Almería, en este caso centrado en cáncer infantil y juvenil. La presidenta ha insistido en que cada euro invertido es dinero bien destinado y ha lanzado un mensaje claro a la sociedad: “La investigación salva vidas. Sin la colaboración de nuestros socios y donantes no sería posible. Queremos llegar a 2030 salvando al 70% de los pacientes”.

Un horizonte ambicioso que solo podrá alcanzarse con el esfuerzo conjunto de investigadores, instituciones y ciudadanos. Porque cada donación, cada proyecto y cada avance científico se traduce en lo más valioso: más años de vida y más esperanza para quienes luchan contra el cáncer.