Tenía un trabajo cómodo en una oficina de una empresa de gran prestigio nacional, un salario más que digno y había buen rollo entre compañeros y compañeras. Un escenario laboral, sin duda, que muchas personas podrían definir como idílico en los tiempos que corren. Sin embargo, Alejandra Belmonte Abad sentía que le faltaba algo muy importante: sentirse plena. Una sensación que sí le estaba generando un precioso hobby que le ha cambiado por completo la vida en cuestión de un año. 

La almeriense de 30 años de edad tuvo que tomar una complicada decisión, pero la pasada Navidad dio un paso al frente, dejó su empleo de forma voluntaria y con la fuerza y la ilusión que arden en las almas artesanas emprendió su propio negocio, 'El Arte de Albale'. La palabra valiente se queda corta para esta joven de mirada flamenca que ahora vive, literalmente, de las flores. Lo dejó todo, se tiró a una piscina desconocida con la confianza en sí misma como mejor chaleco salvavidas y ahora da brazadas con ritmo de oro olímpico.

Autodidacta en un mundillo fascinante

"Empecé secando, haciendo algunos cuadros, artículos de regalo como hobby, pero desde mayo de 2024 conocí las joyas florales y decidí probar de forma autodidacta. Unos meses después me di cuenta que eso me llevaba mucho tiempo, que me estaba gustando más de lo que tenía previsto y sentí que tenía que apostar por ello", expresa Alejandra, que un día cualquiera, durante un paseo por redes sociales, se topó con un vídeo de flores prensadas y descubrió un mundo fascinante que ha marcado camino.

Su afición por la artesanía floral fue creciendo, al igual que las horas que le dedicaba a ello. Y aunque las horas se le pasaban volando en casa creando preciosas piezas únicas con distintos tipos de flores, no pudo evitar plantearse elegir entre su trabajo oficial o fortalecer un hermoso proyecto en el que, con sus propias manos, hacía de la primavera una estación eterna. 

El dilema de Alejandra

"Trabajaba en la oficina por las mañanas y ya por la tarde me ponía con las flores, hasta la madrugada. Así un día tras otro, porque ya me estaba dando muy buenos resultados lo de las joyas, pero era un cansancio constante. No lo estaba disfrutando como debía y tuve que sentarme y tomar una decisión muy difícil. Lloré mucho, porque iba a dejar un trabajo seguro para dedicarme a algo que no sabía si me iba a ir bien, pero me ayudó mucho el apoyo de mi familia y de mi pareja", recuerda la artesana almeriense, que acababa además de firmar una hipoteca meses antes.

Los pendientes, anillos y collares de El Arte de Albale (@elartedealbale) encontraron un lugar privilegiado en el centro de la ciudad, en la coqueta tienda de Paseo 79. También en mercados de artesanía donde Alejandra empezó a ver la reacción de la gente al verlos y al conocer que eran flores naturales y eso le creó mayor motivación para seguir formándose y especializarse en el secado en relieve. Otro paso más antes de resolver su gran dilema con la llegada de las fiestas navideñas.

La Navidad que lo cambió todo

"Cuando llegó la Navidad abrí los ojos y me dije: ¿Qué quieres en tu vida? ¿Quieres ser feliz haciendo lo que te gusta y levantarte con ganas a diario o seguir en una oficina trabajando en algo para lo que estudiaste por estudiar algo pero no por vocación?", admite esta creadora de complementos de moda, de bonitas dosis de naturaleza infinita, que reconoce que "tenía un trabajo muy bueno en una oficina, tranquila, pero no me sentía realizada. Digamos que había tocado techo".

Después de nueve años en la empresa, Alejandra comunicó que se marchaba. Notó que era el momento perfecto para cambiar, para decir adiós a un empleo que le daba un sueldo pero no la plenitud que necesitaba: "Yo quería ser feliz". En marzo de este año se 'mudó' de la habitación en la que desarrollaba su arte bajo la luz de un flexo y se trasladó a un local que alquiló en su barrio de toda la vida, cerca de la casa de sus padres en Huércal de Almería. 'El Arte de Albale' pasaba de ser un hobby liberador para una joven a convertirse en una marca pionera en Almería que ya ha calado con intensidad en otros lugares como Sevilla, Málaga o Cádiz.  

Una decisión acertada

"Siempre he creido en mí. Trabajaba tanto que me estaba convencida que no me podía salir mal. He destrozado muchas flores, porque mi técnica es ensayo y error, pero las piezas finales son muy exclusivas, porque no hay una flor igual a otra", afirma esta emprendedora que valora su decisión como "un cambio radical". Sin ningún tipo de ayuda, por ser una baja voluntaria, tuvo que salir adelante con sus ahorros.

Cada día que pasa, tiene claro que decidió de forma correcta, que saltar a la piscina mereció la pena, pese al miedo previo. "Levantarte por la mañana y que tengas la ilusión por ir a trabajar, porque hago lo que me gusta, me dedico a mí, sin tener que darle explicaciones a nadie y eso es tranquilidad pura", comenta, al igual que reconoce que está todo el día trabajando "pero no me genera ansiedad". Su filosofía es clara: "El luchar por un sueño requiere mucho trabajo e ilusión. Entendiendo eso, todo se puede".

Cumpliendo un sueño

Alejandra Belmonte ha invertido en imagen, en un nuevo logo y en una página web que es su principal herramienta de trabajo, confiando todo el branding en la profesionalidad de la empresa Fama. También ha hecho recientemente su primera sesión de fotos como marca, en Níjar. "Me sentí muy orgullosa de ver mis creaciones en unas fotos maravillosas, con dos modelos preciosas y lo pasamos genial", afirma, aunque asegura que "hay veces que no disfruto como debería de lo que me está pasando porque yo siempre voy a dos mil por hora, pero en esos momentos es cuando lo saboreo". 

Sus diseños, hechos a mano con flores reales, son piezas únicas, puesto que cada una requiere mucho tiempo de elaboración y es difícil para ella generar un stock alto que le permita tener estas joyas en más tiendas, aunque no descarta en un futuro ampliar esa capacidad. Por el momento sigue cumpliendo su sueño, por el que dejó atrás un empleo estable para alcanzar una plenitud que le invade cuando va por su ciudad, por Almería, y ve pasar a gente con sus pendientes: "Me da mucha alegría y me hace ilusión. Ahí soy consciente de lo que está pasando en mi vida".