La Voz de Almeria

Entrevistas

Las tetas de María llegan a Los Ángeles: cerámica almeriense sobre diversidad femenina

Estudia Bellas Artes y sueña con ser restauradora, la cerámica es un hobby que le está dando frutos

María Iglesias, ceramista almeriense y estudiante de Bellas Artes

María Iglesias, ceramista almeriense y estudiante de Bellas ArtesLa Voz

Melanie Lupiáñez
Publicado por

Creado:

Actualizado:

En la casa de la almeriense María Iglesias, durante la cuarentena, unas tetas de barro comenzaron a cocerse. Con una bolsa de pasta que seca al aire y la curiosidad encendida, empezó a moldear pequeñas figuras, maceteros, tazas y —sin planearlo— un símbolo de identidad: Las Tetas de Maria. Hoy, a los 22 años, estudia Bellas Artes en la Universidad de Murcia y sigue modelando piezas que hablan de diversidad femenina, cuerpo y autoaceptación.

¿Cómo empezaste a moldear tetas?

Casi sin darme cuenta, puse dos tetas a un macetero de barro y así empezó todo. A una pieza se le explotó una teta porque se formó una burbuja, para tapar el estropicio le pinté flores y todavía la guardo. Desde entonces, cada una es diferente: por color, textura o forma. No quiero que se vean como algo feo. Quiero cambiar la mirada que se tiene hacia el cuerpo y hacerlo divertido, estético, bonito.

Tus piezas muestran cuerpos muy distintos, incluso con mastectomías. ¿Es una declaración de intenciones?

Sí, igual que no hay dos personas iguales, no hay dos cuerpos iguales. A veces alguien me dice: “yo tengo un pecho más grande que el otro, quiero que mi taza sea así”. O incluso me mandan fotos de sus propios pechos para que los reproduzca en cerámica y yo lo hago. Me gusta que se identifiquen, que vean belleza donde antes había complejo. La diversidad da mucho juego y mucha verdad.

¿Cómo reaccionan cuando ven tus piezas?

La mayoría se ríe, pero con ternura. Mi madre siempre me dice: “¿por qué la gente se ríe?” y yo le respondo que porque les sorprende. No lo veo mal. Hay quien se queda mirando, quien se sonroja, y quien se lanza a decir “¡mira, las mías son así!”. Eso me encanta. Es señal de que lo que hago genera conversación, rompe algo.

¿Has tenido haters o censura en redes?

Sí, algo. Instagram al principio me bloqueó una campaña de publicidad porque consideraba mi contenido “sexual”. No entendía nada, porque no hay nada erótico en mis piezas. Mientras tanto, ves sujetadores con pezones falsos de famosas que no se censuran. Pero bueno, ya lo tengo asumido. Ahora subo a mi aire y no me da miedo.

¿Qué papel juega Instagram?

Es mi escaparate principal, @lastetasdemariaa, donde vendo. Me encanta cuidar la estética de las fotos, montar la escena, jugar con la luz. No lo vivo como una obligación, sino como un juego. Gracias a Instagram me han salido encargos de toda España y hasta de fuera: un tatuador de Los Ángeles me pidió una taza y le mandé otra de regalo.

¿Te imaginabas que aquel hobby de cuarentena te llevaría tan lejos?

Para nada. Era un pasatiempo, algo que me relajaba. Pero poco a poco empezó a tener forma. Ahora lo sigo viendo como un hobby, aunque me encantaría dedicarme a tiempo completo. Lo difícil es vivir solo de esto. La cerámica requiere hornos, materiales, electricidad, el autónomo… y eso cuesta.

Estás estudiando Bellas Artes en Murcia. ¿Cómo compaginas los estudios con el taller?

Es complicado, porque me gusta tener mi espacio y mis rutinas. Cuando termino las clases en Murcia vuelvo a Almería para el fin de semana. Si no pudiera regresar, creo que no lo soportaría. Necesito mi taller. Ceno y subo a trabajar: es mi vía de escape. La cerámica me relaja, me centra, me enseña a tener paciencia.

¿Qué te ha enseñado el barro?

Paciencia. Porque siempre quiero ver el resultado de inmediato. Y también me ha enseñado a disfrutar más del camino que del resultado. Cuando abro el horno y veo cómo han quedado los colores, me emociono. Pero lo que de verdad me llena es todo lo que pasa antes: moldear, secar, pintar, esperar. Yo soy muy rápida, impulsiva, y el barro te obliga a parar, a disfrutar del proceso.

¿Qué te gustaría hacer en el futuro?

Me gustaría ser restauradora y combinarlo con la cerámica. No descarto abrir mi propio taller más adelante, cuando tenga más estabilidad. De momento, voy paso a paso. Lo importante es no dejar de crear.

¿Cómo definirías tu estilo?

Realista, pero con un toque inacabado. Me gusta que las piezas tengan textura, que se note la mano. No busco la perfección, sino la emoción. En el fondo, todo lo que hago —dibujar, pintar, modelar— lo hago por placer. No pienso en si va a gustar o venderse. Lo hago porque me sale.

¿Qué artistas o maestros te han influido más?

La madre de mi mejor amiga fue quien me metió en este mundo. Luego conocí a Antonio Flores, un ceramista de Almería de toda la vida. En la Escuela de Arte tuve profesores que eran artistas de verdad, con taller propio, y eso me marcó mucho.

¿Qué representa para ti “Las tetas de María”?

Una reivindicación y un juego a la vez. Son símbolo de diversidad, pero también de humor, de libertad. Son mi manera de decir: “esto también es bello”. Me gusta que la gente las vea, las toque, se ría. Si consigo que alguien mire su cuerpo con más ternura, ya merece la pena.

tracking