Tanito, el peluquero más querido de Pescadería que empezó con 2.000 pesetas y mucho arte
Autodidacta y resuelto, el peluquero del Parque Nicolás Salmerón que peina desde los 13 años

Tanito en su peluquería.
Hay peluquerías de barrio y barrio en las peluquerías. Espacio que abren lugar a la conversación, la gastronomía, las costumbres y la magia. Lugares que se encuentran en la bisagra de dos mundos, entre payos y gitanos, entre moros y cristianos, convergencia y puente de culturas. Uno de estos nombres propios es la peluquería Tanito en el parque Nicolás Salmerón de Almería.
En un atípico día de lluvia las clientas hacían corro en torno a los los sofás desvencijados de tanto uso y los sillones de corte. Las féminas cotorreaban y compartían como al calor de una hoguera. Compartiendo recetas, brujerías y consejos de cómo llevarse bien con la suegra, también se habla de política internacional y del tiempo. Alguna clienta se planteaba si peinarse con la que estaba cayendo, pero nadie perdería la vez para pasar por las manos de Tanito. El célebre peluquero de la Pescadería ha peinado a jóvenes del faranduleo como La Jedet. También es el responsable de que el cantante almeriense Edu García luzca ese pelazo.
“Pásate en un mes que te ponga pigmento”, dice Tanito a una mujer y abraza a otra clienta que le trae un plato de ensaladilla rusa, mimosamente decorado con anchoas y tapado con un film de plástico. El peluquero le da las gracias por la comida y lo guarda en el último estante de la vacía neverita roja de Coca Cola. Se viene un día de no parar, de comer un bocado y seguir con la faena. Hay seis manos atendiendo entre tintes, lavado de cabeza y peinados, pero la cola sale por la puerta.
Desde los 13 años peina a sus amigas, era tal la maña que se daba que cada vez empezó a tener más clientas. Hasta que con 23 años abrió su propio negocio en el parque Nicolás Salmerón. El rótulo dice Tanito y todas lo llaman así, pero él se llama José Miguel. El apodo viene de su madre, la Tanita. Detrás del mostrador un marco de fotos donde se lee “y sin formación”. José Miguel lleva con orgullo ser autodidacta.
Atrás queda ese niño díscolo al que no le gustaba ir al colegio y lo único que quería era peinar mujeres para sacarse unos cuartos. Hace tiempo que José Miguel se estableció como autónomo y aunque los impuestos le traen de cabeza siempre encuentra la forma de hacer lucir a sus clientas y levantarles una sonrisa.
¿Cómo empezaste en el mundo de la peluquería?
Era muy niño, si algunas no quería ni que las peinara porque me veían muy pequeño. Desde siempre liaba los cepillos a mi madre en el pelo.
¿Y qué pasó con los estudios?
Me echaron de la escuela con 13 años, por una maestra de inglés. No fue expulsión, fue que me echaron. A mi no me gustaba estudiar.
¿Qué hiciste entonces?
Le robé 2.000 pesetas a mi abuela y me compré una plancha para del pelo para peinar por las casas.
¿Llegaste a formarte oficialmente?
Durante unos meses hice una formación, no la terminé. Pero una de las profesoras vio que tenía interés y me dio el certificado para poder trabajar en peluquería.
¿Cuándo empezaste a trabajar en una peluquería?
Después del curso, empecé en la peluquería de Charo. Estuve un mes, justo en Navidad, y después me quedé allí ocho años trabajando en otra peluquería en Plaza Pavía.
¿Hasta que te montaste por tu cuenta?
No exactamente. Primero lo cogió una amiga mía, luego me lo pasó a mí y ya me quedé con el negocio. Llevo en el Parque Nicolás Salmerón unos 16 años.
¿Qué es lo más complicado de ser autónomo?
Lo que más me molesta es tener que pagarle al gobierno todo lo que gano.
¿Cuántas horas sueles trabajar al día?
Muchas, he echado muchas horas. Ya con los años te acostumbras, pero antes era todo el día, sin parar, de salir a las una de la mañana.
Imagino que al empezar tan joven te habrás equivocado alguna vez…
¡Muchísimas veces! He hecho verdaderas cagadas, pero es como se aprende. Yo veía un peinado y decía: “esto lo tengo que sacar yo”.
¿Hoy en día te puedes permitir cerrar y tomar vacaciones?
Sí, pero la verdad es que no me gusta mucho irme. Tengo mi perro y mis gatos en casa, y prefiero estar tranquilo con ellos. Fresquito con el aire acondicionado.
¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
Me encanta el pelo de la mujer, me gusta sacar la belleza de cada mujer.
Además, se nota que la clientela te quiere mucho.
Claro, muchas son como familia. Llevo años con clientas que vienen desde mi época en la peluquería de la Plaza Pavía.
¿Cuál es el secreto para tener siempre la peluquería llena?
No lo sé, ser un mariquita con mucho arte.
¿Te llevas las preocupaciones del trabajo a casa?
Claro. Siendo autónomo estás preocupado todo el día, no paras. Esto lo escribes tú bonito pero que le de un algo a Pedro Sánchez.
¿Te ves toda la vida como peluquero?
Sí. Yo veo a los camareros y pienso que podría haber sido camarero, pero a mí lo que me llama es el pelo.
¿Qué le dirías a tus clientas?
Que quien quiera venir, que venga. Aquí estamos con las tijeras preparadas.