El terremoto de Adra en 1910
El descubrimiento de fallas incipientes en el mar de Alborán abre la puerta a mejorar la prevención sísmica en Almería y el norte de África

Carrera de la Playa (después NAtalio Rivas) Adra en 1911.
Un equipo del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) ha liderado un estudio que identifica y describe por primera vez un sistema de fallas incipiente en el mar de Alborán, situado entre el sur de la Península Ibérica y el norte de África, con riesgos sísmicos ocultos.
Publicado en la revista 'Tectonics', el hallazgo aporta nuevas claves para entender cómo nacen y evolucionan las fallas activas y tiene implicaciones "relevantes" para la comprensión de los riesgos sísmicos ocultos en esta región del Mediterráneo occidental, informa el ICM en un comunicado.
El artículo la estructura y morfología de un conjunto de escarpes submarinos situados a unos 60 kilómetros al suroeste de Almería y relacionados con el sistema de fallas norte-sur, un sistema en las primeras etapas de su desarrollo.
Además, el estudio del ICM, aun por desarrollar, apunta que esta fractura podría tener implicación con el terremoto de Adra en 1910 que con una magnitud de 6,4 grados causó daños en el municipio. Por otro lado, explicaban que su objetivo también es mejorar la prevención, afinando los modelos de riesgo y el diseño de infraestructuras más resistentes.
Son las 04:20 horas de la madrugada del 16 de junio de 1910…la tierra tiembla en la provincia de Almería. La Crónica Meridional del 17 de junio de 1910 destacaba que la capital y provincia almeriense se encontraba de nuevo ante el problema geológico de los terremotos, que desde el año 1884, no habían sufrido hasta la madrugada del día 16 de los corrientes, si no recordaban mal y con la intensidad de ahora.
Esos movimientos vibratorios, instantáneos y violentos de la corteza terrestre, los habían cogido desprevenidos. Aquel movimiento sismológico de madrugada aterró a los almerienses.
Hacía 25 años que no se había sentido un seísmo tan fuerte, y quizás de más tiempo, porque comparándolo con el de las mueve de la noche del día 24 de diciembre de 1884, había sido más intenso. Ocurrió a las 04:20 de la madrugada, dato que era fijo y apuntaban los periódicos, pues muchos relojes de pared al oscilar y perder esa nivelación quedaron parados, y muchos de ellos señalaban esa puntual hora. Comenzó por movimientos oscilatorios, siguiendo la trepidación y el ruido, que poco a poco fue apagándose, como el de los truenos.
Las maderas crujieron, los cristales sonaron y fueron aquellos seis y ocho segundos, que no duró más el fenómeno, los suficientes para infundir un pavor inusitado en el ánimo más decidido y sereno. Se asegura que antes de este temblor fuerte y pronunciado se había sentido otro más ligero y casi imperceptible.
La gente despertó, muchas sufrieron ataques de nervios y enseguida comenzaron a abrir los balcones, donde los vecinos medrosos se asomaron medio desnudos.
Casi instantáneamente se llenaron las calles de gentes que salían acobardadas, ante el temor de que se repitiera el fenómeno, y el paseo del Príncipe, la playa, el morro de levante, las plazas y otros lugares, se vieron muy concurridos de personas que, sin cuidar mucho de la indumentaria, comentaban lo sucedido y relataban los unos a los otros sus observaciones, sus sustos y sus inquietudes.
En Adra
El alcalde de Adra dirigía un telegrama al Gobernador civil, apunta La Crónica Meridional, en el que le daba cuenta de los desperfectos causados en estos días, principalmente en la casa donde estaba establecida la escuela superior de niños. De este edificio se desplomó una nave, y el resto de la vivienda tenía que derribarse porque amenazaba ruina. Parte de la Casa-Ayuntamiento fue destruida, y era preciso desalojarla también junto a los grandes desperfectos en dos casas particulares.
El pánico era horrible y la consternación grandísima, donde los habitantes se lanzaron a calles y plazas huyendo despavoridos. El diario de noticias ‘La independencia’ señalaba que, desde el primer movimiento sísmico, y durante el día, se han repetido diversos fenómenos hasta dieciséis veces.
El diario Republicano ‘El Popular’, rotulaba que debido con la precipitación con que se confeccionó parte del diario editorial y con motivo del deseo legítimo de los cajistas de abandonar la imprenta antes de las cuatro de la mañana, por temor a que se repitiera el fenómeno sísmico, aparecía un telegrama de Dalías reseñando el derrumbamiento de 40 casas cuando dicho telegrama era de Adra y el desplome de edificios, se concretaba a cuatro, en vez de cuarenta.
Y es que, durante un tiempo incalculable, fue tal el pánico que se apoderó de todos estos vecinos de Adra, que, en los primeros momentos, nadie pudo darse cuenta del tiempo de duración. A los pocos minutos se sintió otro y poco después dos más. La trepidación del primero fue tan enorme que al ánimo del más valiente le hizo deprimirse.
El público se echó a la calle emocionado, lleno de angustia, y de todas partes partían gritos de espanto. Sufrieron desperfectos algunos edificios como en la casa de doña Rosa López caía un tabique; en la que habita don José Moreno Moreno, el lienzo de la espalda se había partido; y el cuerpo luz de la casa de la señora Viuda de Gallardo, tenía grandes desperfectos.
La prensa almeriense, hablaba con personas de edad, que apuntaban que jamás sintieron otro terremoto igual. El público seguía inquieto y temía que se repitiera a la misma hora, cosa, hasta hoy en día, sin fondo y base científica. A las cuatro de la tarde se ha repetido el temblor de tierra; varios techos y paredes se han desplomado, y el público, angustiado, lleno de pavor, marchó a la vega.
Por telégrafo añadía el mismo diario a través de su corresponsal ‘Abdera’, que el vecindario buscaba su seguridad en campo abierto ya que en esta población continuaba sintiéndose movimientos sísmicos. La mayoría de los vecinos instalaba en el campo abierto casas de campaña. En la barriada de La Juana, hay tres casas derruidas.
Una casa en que se hallaba instalados telares presentaba grietas completamente. Los ruidos subterráneos que se sentían llevaban la trayectoria de Norte a Sur. La autoridad local, recorrían la población, procurando infundir ánimos en las gentes, que se hallaban presas de pánico y estando, deseando que amaneciera. Llegan días de calma, pero el suceso vuelve a ocurrir.
El 3 de julio…y cuando el ánimo de este vecindario estaba casi tranquilo, a las dos de la mañana, se sentía otro terremoto con gran ruido subterráneo y bastante trepidación, en el que duró de 7 a 8 segundos y de Este a Oeste. El habitante abderitano, de nuevo alarmado, se echó a la calle, y muchas familias marcharon de nuevo al campo y era probable que caigan varias casas que quedaron resentidas del primer terremoto.
Por último, se apuntaba en prensa que, dentro de pocos días saldrían de esta población con destino a Buenos Aires, 50 labradores y es de esperar que de no evitarlo las autoridades sigan la emigración tomando un incremento fabuloso por culpa de los movimientos telúricos.