Revanchas y nuevas oportunidades
Mientras que le supongo a usted plenamente conocedor de todo lo acontecido anoche en el estadio Vicente Calderón entre el Atlético de Madrid y el Bayern de Múnich, yo escribo esta columna horas antes del encuentro. Deseo que el resultado sea favorable al equipo español por dos motivos. El primero, porque mi padre y muchos buenos amigos son más colchoneros que el señor Pikolín y deseo que esta mañana estén razonablemente contentos. El segundo es un recuerdo. Tengo grabada en la memoria la sensación de estupefacción e incredulidad que me asaltó, a los nueve años, la noche del 15 de mayo de 1974 cuando, viendo en un televisor portátil la final de la Copa de Europa entre estos dos mismos equipos, asistí al increíble espectáculo de ver que, a pocos segundos del final, el balón que había chutado ¡desde el centro del campo! el malabestia alemán Schwarzenbeck se le escapaba al portero Reina y acababa con el sueño de la Copa para el Atléti. Creo que, por simple justicia poética, los de la ribera del Manzanares merecen ajustar cuentas con la Historia. Mientras escribo, veo en la prensa digital una entrevista con el entrenador atlético, Cholo Simeone, diciendo que en el fútbol no hay revanchas, sino nuevas oportunidades. Pues bien, si he llegado hasta aquí no es porque quiera hablarles de fútbol, sino de elecciones. No sé si habrá muchos que se tomarán la cita del próximo 26-J con ánimo de revancha por el espectáculo de postureo y fantasías animadas que hemos padecido, pero creo que será mejor tomarla como una nueva oportunidad de hacer las cosas un poco mejor que antes. Cada cual con su equipo, pero con la cabeza fría a la hora de emitir el voto, no sea que prime la tentación de ajustar cuentas con los rivales antes que pensar en una salida razonable y estable para el futuro de España. La ventaja es que ahora sí que se sabe bien cómo juega cada equipo, por dónde tiran las faltas y quiénes hacen piscinazos en el área para engañar al árbitro, que es usted.