Los otros palos del flamenco…
De que las cosas evolucionan somos conscientes, pero hay algunas cosas que evolucionan a pasos agigantados. El flamenco es una, porque cada día se canta, se toca y se baila mejor, y todo eso, sin hablar de las nuevas estéticas y tendencias y de las experiencias musicales más transgresoras. Y para poder defender esta máxima es necesario tener los oídos abiertos y estar en este mundo de forma profesional, con la sana intención de aportar valor y por otro lado, lamentablemente, intentando apartar del camino todo aquello que resta en lugar de sumar.
Porque también son muchas las cosas que restan en esto del flamenco. Yo mismo me he encontrado con alguna persona que un año iba mendigando conocimiento, y al año siguiente hablaba en calidad de creador de los doce tiempos… O personas que sólo conciben el ponerse en valor a fuerza de desprestigiar a los demás… Personajes siniestros, que en el fondo, conocedores de sus limitaciones, vislumbran ataques y agresiones donde nunca las hubo… Eso se llama inseguridad cuando no se trata de una patología paranoica.
Lo curioso es que algunas de estas personas, casi nunca por currículum y mucho menos por capacidad, suelen tener el beneplácito y los favores de los políticos de turno para que organicen esto del flamenco en la ciudad. En Almería, por ejemplo, tenemos alguno con este perfil. Pero al final todo acaba saliendo…
Esta semana ha saltado a los medios el presidente de una peña de Cádiz que llamaba maricón a Miguel Poveda porque éste no puede o no quiere participar en un ciclo que organiza este señor, muy bien posicionado allí. Un improperio desnaturalizado y fuera de contexto que lejos de describir a Poveda describe el mal talante y la intolerancia de quien lo acuñó. Esta desafortunada anécdota contrasta con el reconocimiento a Poveda en Badalona como hijo predilecto. Ser profeta en su tierra… que ya sabemos lo difícil que es.
El incidente ha saltado a los medios, con opiniones de todos los colores en contra del gaditano, pero no sabemos si este tipo de actitudes se habrán dado con anterioridad hacia otros artistas que no han podido hacer público el incidente por no tener esa cobertura mediática. La reflexión es irremediable…
Me pregunto cuántas ciudades o pueblos tenemos con personajes como éste que ‘organizan’ el flamenco o cualquier otra actividad, que vetan o ultrajan a artistas o profesionales si las cosas no se hacen como ellos piensan o simplemente, interpretan como amenaza cualquier cosa que se mueva sin que ellos lo ordenen... Y no perdamos de vista que estos ‘singulares’ tienen el beneplácito de los que mandan, lo que implica para el que se mueva, entrar en colisión directa con el poder institucional…