Cuando Marshall McLuhan teorizaba a finales de los años sesenta sobre el futuro de la sociedad de información no existían las redes sociales, ni se había popularizado el escrache virtual como fórmula de acoso y aniquilación social. Por lo tanto, es probable que haya que revisitar su famosa sentencia “El medio es el mensaje” bajo la deslumbrante corriente del actual discurso informativo, trazado muchas veces en torno a arrecifes artificiales de polémicas, descontextualizaciones y otros productos tan manufacturados como teledirigidos. Con esto no quiero decir que las palabras dichas por el alcalde de Granada, Pepe Torres Hurtado, a un grupo de alumnos sobre la etiqueta prevista para un acto posterior, no sean una sandez perfectamente prescindible. Decir que las mujeres están más elegantes cuanto menos vestidas vayan es una broma fallida y una advertencia sobre los peligros de la improvisación en los actos públicos. Pero lo llamativo no es la evidente inoportunidad del comentario, sino la celeridad con la que el Sanedrín de Vigilancia del Discurso Políticamente Correcto ha lamentado, censurado, deplorado y afeado las poco brillantes palabras del regidor granadino, haciendo pública demostración de ese aburrido sectarismo que caracteriza a todos estos observatorios, agencias y demás congregaciones de la defensa de la ortodoxia progresista. Y es que sólo lamentan, censuran, deploran y afean las majaderías que se dicen de un lado, porque cuando los que hacen el mentecato son los de su misma cuerda, su silencio es tan atronador como descriptivo. Es decir, que al alcalde de Granada se le puede hacer el agarejo tuitero por decir una idiotez sobre el atuendo requerido para una cena, pero si un vicepresidente de la Junta (Diego Valderas, IU) se refiere a una delegada socialista de la Junta como “la de las tetas gordas”, nos callamos como lo que ustedes están pensando. Lo que me sorprende es que a estas alturas todavía haya quien considere relevantes las miserias de todos estos colectivos que pretenden hacer una defensa hemipléjica de la ética.