La Voz de Almeria

Opinión

El brillante olvido

“Su última voluntad es que su obra se destruya, retirarla de todas las librerías, de las webs y archivos”

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Alexander Grothendieck  nacido en  Berlín 1928 y fallecido en algún lugar de los Pirineos hace unos pocos días, no sólo  ha sido una de las mentes matemáticas más prodigiosas de todos los tiempos,  también un pacifista y ecologista radical  comprometido con su tiempo, por eso estuvo  en la vanguardia de los intentos revolucionarios del mayo del 68 en Francia y dio clases al pueblo vietnamita en plena guerra,  mientras el napal que lanzaba los americanos arrasaba las aldeas, él y sus alumnos desarrollaban teorías algebraicas como fórmulas de resistencia contra un  mundo desquiciados y cruel.


Grothedieck, explicaba el funcionamiento de su mente de las siguientes palabras “ los ignoto que quiere ser conocido se me presenta como una porción de tierra impermeables resistente a la penetración… sin embargo el océano avanza insensible en silencio, nada parecer suceder , nada se mueve , el agua está tan lejos que apenas puedes escucharla, sin embargo finalmente rodea la sustancia que se resistía “ Una mente lenta, pero implacable a la hora de abordar algunos de los desafíos matemáticos más complejos que la humanidad haya conocido y en los que triunfo gracias a su imaginación y a su coherencia científica y personal.  Decía el genio que la clave para la solución de un problema era concebirlo con tal nitidez que se resolviera por sí mismo, quizá aludía a la forma de buscar su inspiración. Mucho más difíciles de solucionar le resultaron los problemas existenciales, vivió marcado por la tragedia nazi, pues era hijo de un judío anarquista, asesinado  en Auschwitz  y de una revolucionaria socialista, fue la mayor parte de su vida un apátrida,  renunció  a los más altos honores, premios y distinciones que hubieran colmado de orgullo, felicidad y privilegios  a cualquier hombre. Su  última voluntad es que su obra se destruya,  retirarla de todas las librerías,  de las webs  y de los archivos de las universidades donde impartía sus clases. Grothendieck no se ha tomado la menor molestia en explicar las razones que le han impulsado a querer para su  trabajo el ostracismo  y la desaparición, cuando millones de hombres vanidosos sacan pecho por cualquier fruslería, el genio reivindica el olvido y el anonimato como reacción ante el mundo que celebra constantemente la fastuosa mediocridad de los menos dotados.


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