No comparto la lectura que hacen algunos al interpretar el sentido de una   abstención elevada o porcentualmente importante, como un rechazo a los que se postulan a candidatos a detentar la representación del pueblo y por extensión al sistema político.

Entre quienes no acuden a las urnas se pueden aducir desde el simple descreimiento a la decepción contumaz, una negatividad pasiva y apoltronada o los posicionamientos antisistema y otros motivos variopintos que corresponde a claves que las estadísticas no computan.

Explicaciones Aunque lo importante no es descifrar las explicaciones que se pueden ofrecer a este fenómeno, desde el fuero interno de quienes lo secundan, que comportaría la realización de un catálogo interminable de razones, entre ellas algunas aceptables y lógicas. Resulta más revelador interrogarse acerca de las consecuencias que tiene, la renuncia a un derecho genuino, aquel que en algún sentido permite escoger a quien va representarte y que puede hacerse oír donde tú no puedes llegar. La primera y principal de las consecuencias es que el voto que no se hace siempre termina computando a favor de una opción ideológica llamada pasividad, esta ideología es abundante en fieles y multitudinaria en seguidores, se nutre de la indiferencia, la más extendida de las ineptitudes humanas, y también de los que protestan y consienten, todo ello a un mismo tiempo. No hace falta ser analista de electoral para saber que dejar de votar es una forma de avalar las deficiencias de los instrumentos democráticos, en ningún caso una alternativa para corregir sus desviaciones.

Quien se abstiene juega en el área equivocada, pues su actitud complace al poder que cree criticar, le ofrece le permisividad del silencio y la cómoda complicidad de quienes se amordazan a ellos mismos. Callan cuando deberían no sólo hablar más bien gritar y son, lo quieran o no, el mejor dique de contención con el que cuentan los usurpadores de la democracia, aquellos para los que unas elecciones como las europeas, son  un mero trámite,una componenda más que sortear para seguir instaurados en la involución.