Una amiga me contó cómo salió de España desahuciada existencialmente y llegó a la India y luego a Nepal. Después de este periplo me escribió que por fin consiguió encontrar la respuesta. Yo le pregunté, por favor, explícame qué es encontrar la respuesta. Y ella me contestó: “El budismo tiene las respuestas. Es una presentación lógica de cómo funciona la mente y además tiene los métodos para cambiarla. Si no lo pruebas no puedes comprenderlo.”

Con esta brillante explicación comencé a buscar un centro budista donde pudiera recibir esas enseñanzas y encontré uno en la Sierra de Bédar. Me puse en contacto e hicimos una cita. Atravesamos Serena (mi hijo José Manuel y yo) y dejamos el coche en la rambla. Era sábado por la tarde y corría una brisa tan deliciosa que nos ayudó a subir el camino cuesta arriba por el mismo corazón de la sierra. Recorrimos varios kilómetros hasta llegar a la Comunidad Rigdzin Namkha Dzong.

Allí nos recibió Luis. Nos sentamos en posición de yoga sobre unos cojines en un lateral del templo. El lugar es un retiro espiritual para estudiantes de budismo y seguidores de un lama, también hay retiros individuales en unas pequeñas cuevas esparcidas por la montaña.

Entonces Luis me preguntó, qué sabes del budismo o por qué te interesa. ¡Ay!, fue mi primera reacción, y le cuento lo de mi amiga. Quiero conocer mi mente y aprender los mecanismos para transformarla en un estado que me dé sosiego y así combatir las angustias y preocupaciones de la vida cotidiana.

Llevo años escuchando a mi hijo decirme, mamá, lo único que puedes controlar son tus emociones. Y eso es lo que quiero, comprender las causas de mis emociones. No recrearme en el rencor ni en la rabia. Sino inspirar y espirar paz, amor y compasión.

Las enseñanzas de los lamas son invaluables.