La Voz de Almeria

Opinión

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En ocasiones el periodismo puede ser tan letal como una de esas nuevas bombas de aviación que, en un alarde de poética incongruencia, han dado en llamar “inteligentes”. Y es que a veces no hace falta más que apostarse cerca de un contenedor de basuras para captar una imagen de impacto que luego pueda servir como ilustración a un discurso preconcebido y teledirigido acerca de las penurias generalizadas de todo un país. Impactos certeros buscados y ejecutados con clínica asepsia, que no pueden justificarse ya en la desinformación, como en ese viejo chiste de periodistas acerca del pasajero norteamericano de un crucero que, tras tocar puerto en Marsella, salió a cubierta aún de noche y pudo ver en el muelle, vacío a esas horas, a un hombre solitario caminando con una muleta y una pierna amputada. Inmediatamente bajó a su camarote y escribió en su diario: “Francia es un país habitado por hombres cojos.” Pues en esas estamos: intentando que la realidad se acomode a nuestros propósitos editoriales, buscando el enfoque que más nos interese, con independencia de que seamos conscientes de que la fotografía obtenida no responde ni de lejos al mosaico global de imágenes que conforma la realidad. Ustedes pensarán que estoy hablando del New York Times y su miserable picamierdismo fotográfico, pero no. Les hablo de algo más cercano. Les hablo del aviso que la asamblea de estudiantes de la UAL ha colgado en las redes sociales buscando estudiantes que hayan tenido que renunciar a la universidad por no poder pagarla. A esto se dedican los muchachos y muchachas de la asamblea. Pero, ¿quién sabe? Lo mismo les buscan para sufragarles una beca u ofrecerles alguna ayuda en metálico. Pero si en los próximos días ven en la prensa relatos en primera persona de alumnos maltratados y golpeados por los recortes de Mariano I el Pérfido, ya saben de dónde viene la fotografía y quiénes son los directores artísticos.


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