La encerrona
La encerrona
Los conservadores no se han repuesto todavía de su frustración en Andalucía. De poco vale sacar cincuenta diputados y luego no poder manejar la vara del poder. Pocas veces se había anunciado un triunfo más rotundo y certero. No ha sido así porque los ciudadanos del Sur se han adelantado a lo que hoy pregona toda Europa. Recortes sin crecimiento no van a ningún sitio. Mientras Arenas llora por las esquinas, sus amigos de Almería le preparan un divertimiento especial ensalzando los recortes. Hasta ahora la filosofía del PP era esta: Nosotros hacemos lo que tenemos que hacer. Cuando acaben las reformas fluirá el crédito. Los emprendedores darán empleo sin discriminar a nadie. Terminaremos con la recesión. Nanay. Con los recortes la confianza no existe. Agravan la depresión. Ningún gran economista defiende ya la austeridad sin crecimiento. Los europeos se rebelan. Hollande desplaza a Sarkozy. Por Almería los partidos mayoritarios, que no están para gollerías intelectuales, se dedican a hacer la guerra de extenuación y despiste. Gabriel Amat llama a sus huestes para prepararle una encerrona a Griñán que visitaba por primera vez después de su investidura. A Amat le faltó poner el autobús delante de la portería. Se trataba de neutralizar el efecto que la visita podría hacer entre los empresarios y agricultores almerienses. Movilizó a parlamentarios, diputados y senadores, para explicar los recortes a la misma hora en que los almerienses salían a la calle a protestar contra los hachazos de Rajoy en la educación y la salud. Todo esto valía cuando caían gobiernos socialistas, pero ahora que se derrumban gobiernos conservadores parece, cuando menos, una estafa intelectual. ¿Dónde está la voluntad de colaboración de la derecha?