Los debates del PSOE
Los debates del PSOE
Un día encontré a Ginés de Haro, franquista visceral, haciéndose un lío doctrinario con el advenimiento de la democracia. Su argumento se apoyaba en que Franco había sido designado caudillo por la gracia de Dios y por tanto todo lo que dijera o arbitrara el gobierno de la nación era la verdad divina. Algo de esto han heredado ciertos sectores de la derecha más casposa al interpretar los debates del PSOE como una jaula de grillos. Se sabe que Fraga no perdió mucho tiempo en nombrar a dedo a Aznar y lo mismo hizo Aznar con Rajoy. Por lo que aquí respecta ya sabemos lo que pasó en el congreso provincial del PP cuando Javier Arenas puso de patitas en la calle a Enciso. No son pues los debates democráticos lo que quita el sueño a los populares a la hora de fijar una estructura de poder. La izquierda, sin embargo, tal vez por ser consciente de que la soberanía reside en el pueblo, sí que les da importancia a los debates aunque tampoco rocen la perfección. Me llama la atención que alguna prensa critique los manifiestos que están saliendo con la buena intención de analizar cómo y por qué se ha perdido, cuáles han sido las causas, cuáles los principales errores y qué medidas tendrían que arbitrarse para recobrar la credibilidad del electorado. Yo pienso que todo esto es previo al nombre del posible candidato pero la costumbre muy española de enfrentar a Joselito con Belmonte, o Arruza con Manolete está derivando hacia el inútil personalismo de prensa del corazón donde lo que importa es tener alguna maldad diaria para pasar el rato. La gran aportación de la izquierda al mundo comenzó cuando los hombres primitivos empezaron sospechar que el brujo no sabía un pimiento de lo que pensaban los dioses y por tanto era necesario utilizar el cerebro y hacer ciencia empírica no beata.