El radical Iglesias y el moderado Errejón
Para Iglesias, el escaño es solo una plataforma con la que seguir frunciendo el ceño lejos de los platós
Tendemos a la etiquetación. Personalmente reniego de toda forma de encasillamiento-que siempre es simplista- pero reconozco que ésta es una práctica aceptable cuando se trata de hacer generalmente accesible una explicación de la realidad. Los problemas vienen, entonces, cuando esa catalogación es tan de brocha gorda que distorsiona la realidad y lleva a una comprensión equivocada de las cosas. En el caso de Podemos sucede desde su aparición, aunque con ocasión de las últimas refriegas internas entre los dos cabecillas de la formación se ha acentuado considerablemente. Lo primero que hay que comprender es que las diferencias entre Iglesias y Errejón solo existen en la estrategia a seguir para llegar al poder, pero no en la forma de aplicarlo. Ambos impugnan el sistema. Pero mientras Errejón cree que hay que participar de él para derribarlo, Iglesias sigue pensando que el cielo solo se toma por asalto. El número dos cree que hay que hacerse visibles en el parlamento, llegar a acuerdos antes de - y para así- llegar al poder.
Él lo llama "hacerse útiles en el mientras tanto". Iglesias quiere vivir en el conflicto permanente de quien niega la legitimidad integral del sistema y no está dispuesto a participar de él. Para el líder de Podemos, el escaño es solo una plataforma mediática con la que seguir frunciendo el ceño lejos de los platós. Para su número dos, una opción práctica de "seducir" a quienes se sienten asustados cada vez que Monedero abre la boca. Iglesias cree que la "institucionalización" de Podemos haría menos perceptibles las diferencias de la formación respecto al resto de partidos, perdiendo así su identidad original y la razón por la que han conseguido aunar cinco millones de votantes rabiosos. Errejón cree que sin utilidad parlamentaria la emoción de Podemos se desvanecería ante la certeza de su improductividad política real. Las estrategias de ambos les hacen adoptar actitudes diferentes de cara a la opinión pública. Errejón se muestra dialogante, conciliador, receloso al conflicto por defecto. Es el "moderado". Iglesias no ha dejado de ser el tertuliano outsider de siempre. Es el "radical". Pero las formas a veces no son el fondo. Convendría no olvidarlo.
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