La Voz de Almeria

Obituarios

Manuel Menchón Domínguez

La inteligencia al servicio de los demás

Una gran persona, un hombre bueno, probablemente por su inteligencia, a veces incomprendido

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Ya ha pasado algo más de medio año que no está entre nosotros el sacerdote Manuel Menchón Domínguez, un tiempo en el que he podido reflexionar para comentar algo sobre él, precisamente en este mes de los Santos y de los fieles difuntos. Al margen de los cargos eclesiásticos que ostentó durante su periplo como presbítero, son muchas las cualidades que hay que reconocerle y no sólo por aquello de que líbrate del día de las alabanzas, no, es porque ciertamente ha sido merecedor de ellas. Hombre recto, serio, inteligente, culto, y magnífico escritor y profesor. Sus homilías y otros textos, fruto de un escritor ameno y que llegaba y enganchaba a tanta gente, son dignos de estudio, una maravilla para cualquiera de los fieles que hemos escuchado y leído muchas de ellas. Comentaba de manera excepcional las lecturas bíblicas dominicales en la prensa, siendo apreciadas por mucha gente, entre los que me encuentro. Si alguien quiere acceder a muchos de esos textos lo puede hacer en la web del Obispado. Total entrega Siempre comentó la labor y misión insustituible que tenía el sacerdote, y más en la sociedad actual. Nos dejó una vida entregada sin reservas a Dios y a los demás. Pocos días antes de su muerte, sabiendo lo precaria de su salud, comentaba la alegría de que el Sr. Obispo le siguiera confiando el servicio de la Vicaria Episcopal para el Clero. Era consciente que los sacerdotes lo querían y que esa misión la podía hacer bien. Eso demostraba, lejos de ser prepotencia, su entrega total a la Iglesia diocesana y a sus compañeros. El alumnado de la Escuela de Teología del Arciprestazgo de Vera ha tenido, hemos tenido, la gran suerte y el orgullo de haberlo tenido como profesor durante algún curso, compartiendo con él ese magnífico magisterio y esa calidad de clases, en las que demostraba esa gran preparación bíblica que todos escuchábamos ensimismados. Pero al margen de ello, ha sido una gran persona, un hombre bueno, probablemente por su inteligencia, a veces incomprendido, pero con una gran calidad humana. Su fallecimiento, por lo tanto, supuso un gran golpe para todos los que lo conocíamos, por uno u otro motivo. Su biografía ya la expuso el Obispo Diocesano por lo cual quería destacar esas cualidades como persona, sacerdote y profesor del querido y añorado Don Manuel. ¡Que esté experimentando la Resurrección en Cristo!

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